Buhardilla

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martes, 28 de agosto de 2012

OTRA CARTA MÁS, DE MI ÚLTIMO LIBRO




OTRA CARTA MÁS, AMIGOS




(MI MEDIA NOCHE, 6 DE TU NUEVO DÍA) (VIII )



1 de marzo
Mi vida se fue contigo. ¿A donde? No lo se… Solo se, que sobrevivo imitando al pequeño payaso que existe en todos nosotros. Río, lloro, canto, sueño y  espero…

Los recuerdos, vuelven a mí y hacen  que mis pensamientos se conviertan en  dulces cantos,  de alegría, de nostalgias, llenos de esa felicidad que tuve entre mis manos y de esa tristeza que nubla mis ojos.  La muerte, la que termina con todo. Llegó y se llevó esa ilusión  

Nada pasó entre nosotros… Fue un lindo juego. Pero aun así fue muy tarde nuestro encuentro. Demasiado tarde para los dos… Pero llenó de luz tu vida, no puedes negarlo. La mía… La transformaste. Haciendo, que floreciera en ella, la alegría perdida, el perfume  y el color de la naturaleza, fuera, como la palestra de un artista, en espera de la inspiración para plasmar su obra.

Nada podías brindarme… Solo tu amargura… Nada podía darte… Solo mi soledad, mis sueños… Pero, aun así, fui feliz, muy feliz. Sabía que, solo podíamos vivir el momento. Que tú, tendrías que partir y que yo, no podría retenerte. Que aunque hubiésemos querido, no podíamos estar juntos por siempre. Pero nos separamos, antes del tiempo señalado, por Dios… Por la vida… Por el destino…  Y por eso, dolió tanto.

Siempre hemos ido en contra de la corriente… El destino hace que nuestras vidas se crucen  y entre más, se cruzan, más luchamos para  separarnos.

 Que miedo le tuvimos  a la felicidad, que juntos, habríamos podido construir. Y solo, debíamos esperar a que la vida nos separara, en el momento que Dios lo decidiera. . .   Dios lo decidió ya,  y ya pasará, como pasa el río, antes de llegar al mar.     

Bueno, ya todo termino… Solo te recordaré,   solo estaré a la vera del camino para ver pasar la vida y decir: ¡Dios, cuanto lo ame!....

Tu recuerdo, será, mi inspiración. En cada palabra que escriba, en cada verso que componga,  tú estarás  ahí.

 Cada día que viva, Tú serás, esa fuerza, ese aliento, que hará que lo viva con pasión, con alegría, dándole gracias a Dios porque  permitió que  por  un tiempo, hicieras parte de mi vida.

 Pero ante la muerte. Nada puedo hacer solo dejarte partir y nada más... 
Mar 


Derechos de Autor Reservados 
       

martes, 21 de agosto de 2012

Libro: "CARTAS QUE NUNCA LEERÁS":


Hola amigos. 
Les regalo dos de las cartas de mi libro:
                             “Cartas que Nunca Leerás”                                 





 


      (11.40 DE MI NOCHE. 5.40 DE TU AMANECER) (VI)


28 de Febrero 

  Un día lejano, antes de tu partida, me dijiste: “Estoy aprendiendo amarte”. Y esto, me llenó de alegría. Yo no necesite de ese aprendizaje, para hacerlo. El ¿Por qué? No lo se. No quiero ya, saber el misterio insondable de la vida. Solo se, que quería que aprendieras a ser feliz y serlo yo. Quise enseñarte que la vida, tiene todos los colores del arco iris. Que detrás de cada noche oscura, hay un lindo y luminoso amanecer, que la vida es lo que nosotros queramos que sea y más, cuando encontramos con quien compartirla, cuando alguien nos ama y nos brinda, su cariño, su lealtad, su ternura, sin pedir nada cambio. ¿Pero para que te hablo de esto? Si sé… Que nunca lo leerás, que jamás, tus ojos, lo verán y que jamás, podrás meditar, o siquiera,  pensar en mis palabras.   

  Quise que los dos aprendiéramos, cuando tú me amaras, que podíamos  construir un mundo aparte, donde, aunque no estuviésemos juntos, nuestro amor, bastara para encontrar la paz interior, la tranquilidad de vivir una existencia  placida y tranquila, que fuera al mismo tiempo, la fuerza para seguir luchando, para soñar todos los días, con un mundo mejor. Para unirnos a la esencia divina de Dios y darle gracias por habernos encontrado en un momento, tal vez, crucial, en nuestras vidas.

  No quise que te sintieras solo, no quise, que estuvieras triste, no quise, que te sintieras perdido en un mundo hostil, duro e indiferente, donde la ley que impera, es la crueldad, y todos los sentimientos oscuros que, solo se encuentran en el ser humano; en el civilizado mundo que hemos creado.                
            
Quise, que aprendieras, o no, a quererme.  Supieras, que  siempre estaría  a tu lado, para compartir todo lo que tú quisieras que compartiéramos; que mi amor siempre te acompañaría donde quiera que estuvieses y que sería eterno. Y… A hora… Aunque estés muerto… Lo repito… Mi amor,  tuvo un principio, pero no tendrá fin.

Quise, que te apoyaras en mi amor. Era un regalo divino, que la vida te dio, sin que lo pidieras, quizás, sin desearlo. Pero estoy segura, aunque tú mismo no lo creyeras, que tenías méritos para vivirlo. ¡Ojala yo hubiese sido dueña de un amor tan grande como este!. Como el que te dí. Como el que te doy, aún ahora, que estás muerto.  ¡Ojala!     

“No temas. Si tu eres la luz en mi camino, has que mi amor, no yo, sea la energía que te impulse para realizarte y para que,  tus ilusione, tus sueños y tus esperanzas, se hagan realidad” Te lo dije. Y  ahora… Cuando caminas por senderos desconocidos para mí, cuando  no existes, Te lo repito…   

“¡Adelante, amor. Recuerda que eres libre. Que eres el único dueño de tu vida, que sabes cuales son tus debilidades y tus fortalezas, cuales son tus cualidades y defectos y sabes que debes hacer, para encontrar tu  meta. Recuerda, cuando te sientas débil, que siempre tendrás mi amor”!. Esto… también te lo dije… Pero ahora… ¿Cómo puedo repetírtelo?. ¿Si ya no estas a mi lado? 

                                                                                                      Mar








                                   (10.35 DE MI NOCHE, 4.35 DE TU  AMANECER)(VII)

29 de febrero

Hoy estoy recordando todo lo nuestro. Desde el momento en que te encontré hasta hoy…
¡Estoy triste! En mi imaginación, en mi realidad, hubo una pausa. Y soñé…Que estabas vivo…  Soñé… Y volví a sufrir y volví  a llorar.
 El cielo azul, de una noche hermosa, creada por mí, para revivirte, se oscureció y llore… Y… Volví a perderte.
La soledad es infinita… Mi soledad.  Mi fiel compañera…  Mi soledad…
 No te he contado. Estoy escribiendo un libro en forma de cartas diarias. Igual, como si estuvieses vivo. Como era nuestra costumbre. Y que cada carta,  sea un episodio de nuestra historia. Pero no he podido…  Cada carta es un quejido, cada carta, sin ser una súplica… (Yo no suplico) Es motivo de llanto…
Voy a renunciar a seguir escribiéndolo.  Voy hacer una pausa. Voy a luchar por vivir  de ahora en adelante, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día o cada noche sin olvidar, las alegrías, los momentos felices y la realidad, de tu desamor y de tu muerte. Pero viviendo…
Comenzaré hoy…
Al enviar esta carta al espacio… (Hoy… Esta carta, si se enviará) Al infinito…Tu hogar…  Te diré adiós definitivamente. Dejaré de soñar, que vives y comenzaré, ahora, si de verdad… Sin ilusiones… A escribir esta historia que fue hermosa,  que me hizo soñar, pero que me produjo mucho dolor y muchas lágrimas…
Adiós amor… Ya ha terminado todo… Y ahora…Te dejo partir, para que evoluciones, en un mundo distinto al que forjamos… Adiós… Amor… Adiós…. Seguiré escribiendo nuestra historia.
                                 
                                          Mar








                                                                

lunes, 20 de agosto de 2012

"Monólogo" ESTOY SOLA, CON MI SOLEDAD


                 


“Monólogo”

ESTOY SOLA, CON MI SOLEDAD

  Esta noche, estoy sola... Como siempre... Con esa, mi soledad interior que comparte mi existencia, que me hace feliz, o que me .llena de tristeza, que me comprende o me refuta todo. Que ama, cuando amo, que llora, cuando lloro, y que ríe, cuando río. Y…. A veces… Siente miedo,  de que la deje.

  Esta noche... Quiero explicarle el por qué, tanto ella, como yo, no volveremos a quedar suspendidas en el abismo absoluto y oscuro del olvido...

  No sé cómo empezar... No sé si entenderá... No sé, si aceptará que después de haber hecho suyo, mi sufrimiento... Ahora, tenga que aprender a compartir con otra soledad, que no conoce, algo que ninguna de las dos, comprendemos... LA FELICIDAD…  No sé si entenderá que tiene que compartir conmigo, el amor, el dolor, la alegría… Dejar el miedo de entregarnos plácidamente a alguien; a ese alguien, que antes nos hizo sufrir… Y... OLVIDAR…  Tomar su mano sin pensar en nada y simplemente vivir… Gozar de todo lo que tenemos, o no tenemos y que la vida nos regala, sin pedírselo…Soñar…Soñar… Y… Volver a soñar… Yo… Yo También tengo miedo de confiar…
.
  Ya, no habrá una sola sombra cuando caminemos… Ahora…Serán dos sombras… Dos soledades…. Dos sueños…. Dos tristezas… Dos alegrías… Dos triunfos… Dos fracasos…Y….Que…Aunque encontremos espinas, o rosas en el camino, siempre habrá UNA sola sonrisa… UNA  sola lágrima… UNA sola alegría… UNA  sola ilusión…. UNA sola sombra…. UNA SOLA SOLEDAD. UN GRAN AMOR... UN SERENO E INFINITO AMOR... 

  TODO SE LO EXPLIQUE… Se quedó pensativa… Luego, dijo: No entiendo…
¿.Por qué me dices que, no entiendes?  Bueno… Te explicaré de nuevo… No te abandonaré. Simplemente, crearé, un mundo donde dos, serán uno y donde dos soledades, serán una.

¿Me preguntas?… ¿Cómo será esto?  Simplemente…Todo se dará si no tenemos miedo. Simplemente, si Él  nos llega amar, como lo  amamos. Simplemente, si Él, y su soledad, abren la puerta de su corazón y nos reciben.

Mi soledad, se ha  quedó callada… Pensativa…  De pronto… Suspiro y dijo:

Si esto no sucede… De nuevo, volvería el caos…. La tristeza… ¿Y?… De nuevo…. ¿Nos tocaría volver a aprender a estar solas? ¡Oh  Dios!… ¡No quiero ni pesarlo!

Ahora… mi pobre soledad suspiras y sonríes… SUEÑA... Yo... También me abandonaré en mis SUEÑOS.
                                                


Eva Margarita


Lunes 20  de Agosto de 2012
                                                                                         Derechos de Autor Reservados                                                                                      
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viernes, 17 de agosto de 2012

RECUERDOS DE MI ABUELA



"Historia"


RECUERDOS DE  MI ABUELA

Una noche, nos contaba mamá una aventura vivida por ella y ahora, quiero  escribirla, para no olvidarla.

“Tenía diez años y pasaba vacaciones en la hacienda con mis padres. Como de costumbre salí a pasear a caballo.

Era una tarde hermosa, el cielo azul, el sol brillante, la brisa cálida y el campo más atrayente que siempre; a lo lejos se oía el suave rumor del río y el perfume de las flores y sus colores, todo lo engalanaban. Muy lejos estaba de imaginar lo que después me iba a suceder.

Hacía ya rato había salido de la casa y me encontraba en campo abierto. Al frente tenía el río un  poco lejos. Atrás, había dejado la sombreada arboleda. Me detuve a contemplar lo soberbio del paisaje, cuando de pronto oí que otros jinetes se acercaban, no se veían pero se podía percibir con claridad el ruido de los cascos, en el  silencio de la tarde. Arranqué de nuevo y seguí al paso. Pensaba, que si eran mis hermanos o mis amigos, nos encontraríamos al llegar al  río.

Entretenida como estaba, no me di cuenta que había sido alcanzada por dos jinetes completamente desconocidos. No sentí miedo, ni temor alguno. Pero sí, mucha curiosidad.  Estaban vestidos al estilo del siglo XVII. Eran, un hombre y una mujer. Pude dominar mi caballo y observar más detenidamente a esos extraños que invadían nuestros terrenos tan tranquilamente y con semejante vestidos. (Parecían que fueran para un desfile de carnaval o un baile de máscaras). El hombre estaba más cerca. Su piel era blanca y pálida, sus ojos azules de mirada absorberte. Su pelo rubio, un poco revuelto por el viento, sus labios delgados y de risa burlona. Y su traje, negro, lo mismo que su caballo. La mujer, era muy linda. Vestida, como su acompañante, de negro. Su pelo era oscuro  y sus ojos, de un lindo color miel que estaban un poco escondidos detrás del  velo de su  sombrero. Sus labios rojos y reía alegremente. (Todavía recuerdo su risa franca y tranquila) .La ancha y larga falda, cubría casi totalmente a su bello corcel blanco, que hacía juego con su hermosa piel. No salía de mi asombro. ¿Por qué vestían de esa forma y que harían allí.?

Mi caballo, estaba muy nervioso. Poco obedecía mis indicaciones. Como pude, arranqué y me empareje con ellos. De nuevo, se encabritó, lo dominé como pude para no caerme y dejé que ellos, se adelantaran. ¡Estaba furiosa!

Los ví llegar al remanso del río. El bajó de su caballo y se acercó  al de su compañera, la tomó por la cintura y la colocó en el suelo mientras la abrazaba cariñosamente. Yo, ya estaba cerca. Mi caballo, se encabritó de nuevo. En realidad, se me hacía muy difícil dominarlo, pero por nada  del mundo me iría de allí.  ¿Por qué me ignoraban?  
El seguía abrazándola con ternura. Yo, me acercaba cada vez más, luchando con mi caballo, pero decidida a hacerme ver o averiguar el porqué  no me veían. En ese momento ví,. que algo brillaba a la luz del sol, era una daga reluciente, quise gritar y no pude. En ese instante se la clavó en el pecho, la sangre brotó semejando una gran rosa roja sobre su vestido negro. El, aún con la daga en la mano, la abrazaba. Ella, no gritó, se sonrió y acarició con su mano vacilante, la cara de ese hombre y quedó muerta en sus brazos. El, la soltó y ella cayó al  río.                                                                                                                                    (Todavía hoy, resuena en mis oídos el sonido sordo del cuerpo al caer.)  El, guardo la daga, subió a su caballo, le dio con la fusta al caballo de ella, que salió desbocado y tranquilamente, siguió río abajo, despacio, con la cabeza muy en alto, miró hacia atrás y alcancé a ver en sus ojos lágrimas. Mi caballo se paró en las  patas traseras, se desbocó y caí al suelo.

Cuando volví en mi, estaba en la alcoba. Mamá,  papá  y otro médico, se encontraban conmigo y se notaban preocupados. Mamá me contó que me habían encontrado en el remanso del  río. Mi caballo había  regresado solo a la casa y dos días llevaba inconsciente y con una fiebre muy alta. Me preguntaron que me había pasado y les conté todo lo ocurrido. No lo creyeron y solo dijeron, que era un sueño producido por la fiebre y mi imaginación.

Nunca más volví a narrar mi historia. Sabía que era real, no un sueño, pero no quería que me tildaran de loca o de mentirosa. Muchas veces intente regresar al río, pero mi caballo no pasaba de la arboleda, se encabritaba y volvía a la casa sin dejarse manejar por mi. Esto, me afirmaba que lo que habíamos visto mi caballo y yo, era real, era cierto, no era mi imaginación, ni un sueño producido por la fiebre, o el estado de inconciencia en el que había estado sumida.

Se acabaron las vacaciones y teníamos que volver a la ciudad para seguir estudiando. Ni mis padres ni mis hermanos volvieron a mencionar lo ocurrido y yo, me olvidé con el tiempote ello.

 Luego viajé a Europa para hacer un curso de Historia sobre castillos, palacios, ruinas y museos, que comenzaba en Alemania y Holanda, para seguir a los países Nórticos y Rusia, para bajar luego, a Italia, Francia, España y Portugal. ¡Esto era un sueño!

Entramos a Holanda por el oriente de este país y llegamos a la ciudad de Minega (Numergen). Es una belleza los paisajes que desde el tren veíamos. Un brazo del río Rin, llamado Waal, la circunda y no muy lejos, se encuentra el río Mosa. La primavera estaba en todo su esplendor; allí, conoceríamos el castillo del Conde Frans Peter Van Peltlaan. Tomamos la carretera. Toda estaba sombreada por árboles frondosos y hermosos pinos.

 Llegamos. Era toda una fortaleza; los jardines, los bosques, y la pradera se extendían por todas partes. A lo lejos, se oía el rumor del río Mosa, (Maas). Bajaron el puente levadizo y entramos al patio de banderas, de allí, nos llevaron directamente a los dormitorios donde nos instalaron nuestras Damas de compañías. Luego, bajamos al comedor donde la familia del Conde nos esperaba para conocernos. Fue una gran velada, nos contaron muchas cosas, que todas nosotras, anotábamos en nuestras libretas. Nos despedimos de ellos y subimos a dormir, pues a la mañana siguiente saldríamos a conocer los jardines, el bosque y la pradera hasta el río que cruzaba la propiedad.

Por la tarde, estaríamos en el castillo conociendo, la sala de armas, la galería de los retratos y el invernadero donde se cultivaban diferentes especies de tulipanes en cualquier época del año.

Por la mañana tomamos el camino que llevaba al remanso del río,: No se, me encontraba nerviosa, algo me recordaba este paisaje. Pasamos la arboleda, llegamos a un valle, a lo lejos estaba el río y hasta nosotras llegaba el rumor de sus aguas.

Todo brillaba con los colores más vivos y cálidos de la primavera. Yo seguía muy nerviosa. Todo esto me recordaba algo. ¿Pero qué?  

Por la tarde, siguiendo el plan de trabajo, nos llevaron a la sala de armas. y a la galería  de los retratos.

El hijo del Conde, que también se llamaba  Frans, se acercó a mi y muy animado me fue explicando, en francés, la historia de cada uno de sus antepasados. Nos encontrábamos solos, pues el grupo de mis compañeras se habían quedado rezagadas.

 Al llegar a un gran ventanal, los rayos del sol de esa tarde de primavera, dieron de lleno en una urna de cristal, haciendo  brillar, una daga de plata maciza. El corazón comenzó a latirme aceleradamente; esa daga era para mi, conocida. Yo en algún lugar la había visto. Pero ¿donde?  Pregunté en mi peor francés, a quien había pertenecido y por qué se encontraba allí, en la galería de los retratos y no en la de las armas.  Frans, no me contestó. Se limitó a acogerme de la mano y me llevó a otro lado  Cuando mis compañeras entraron a la galería, Frans  todavía me acompañaba y muy graciosamente me contaba los amores de sus antepasados

Llegamos a una esquina del gran salón de mármol y entre unas cortinas rojas estaban dos grandes pinturas, que mostraban a una hermosa mujer y un atractivo hombre. Entonces recordé… Eran ellos. Los dos jinetes que había visto en la hacienda y desde sus marcos, ellos me miraban. El con su sonrisa burlona y ella, con la suya, franca y tranquila. Todo me dio vueltas y  caí desmayada.

Cuando volví en mi, estaba rodeada de todas mis compañeras y mi nana me sostenía en su regazo. No alcanzaba a entender que pasaba y ellas, menos. El Conde hizo que todas mis amigas salieran. Mi dama de compañía y yo, quedamos solas con él y su hijo. Me preguntó que había sucedido y le conté todo lo que recordaba de lo ocurrido  en la hacienda de mis padres, ocho años atrás. Muy pálido y sorprendido me dijo:” Esos son mis abuelos. Lo que vio, fue lo que ocurrió hace ochenta años aquí, en el lugar donde estuvieron ésta mañana. En el remanso del río. La daga, es la que está al pié del ventanal. ¿El por qué lo hizo?   Nadie lo sabe. Ese mismo día mi abuelo se suicidó con la misma daga  en éste salón. Además, una sola persona vio el crimen; su hija, mi madre, la cual me lo contó hace ocho años, cuando estaba muriendo.”

Quedé espantada, yo había visto esa escena exactamente hacía ocho años. ¿Por qué?  ¿Por qué tanto tiempo después en un pueblo de Colombia, en un continente distinto, yo había representado el papel de la hija de esa pareja cuando ella moría y revelaba su secreto? ¡Nunca me lo he podido explicar!” Mamá, se quedó en silencio y pensativa". Yo la miré un poco asustada.

¿Quién podría explicarme lo que a ella le había sucedido? ¿Por qué y para qué el espíritu de una mujer mayor, se había comunicado con una niña que tenía la misma edad de ella, cuando había sido la testigo de la muerte de su madre?

. ¿Qué nombre se le puede dar a éste fenómeno? No lo sé, lo único que sé, es que así ocurrió.      
            

                 Eva Margarita




Viernes 17 de Agosto de 2012 

                                                                                                    Derechos de Autor Reservados  











                        

sábado, 11 de agosto de 2012

CARTAS QUE NUNCA LEERÁS















CARTAS QUE NUNCA LEERÁS”

HOLA AMIGOS:


Este, es mi último  mi libro: “CARTAS QUE NUNCA LEERÁS”
Quiero compartirlo con Uds.: No tienen destinatario ni destino. Cada cual, puede ser el autor. Su destino, puede ser, cualquier punto del mundo.

El que quiera, puede escribirlas o recibirlas, depende de sus sentimientos. Son de Uds. para Uds. desde mi mundo de sueños y fantasía.

La Autora:


Eva Margarita


(1)


(10.15 de mi noches, 4.15 de tu amanecer) (1)
Diciembre 7:
De nuevo te estoy escribiendo, no sabrás que lo hago, pero yo soñaré, conque la leerás y serás feliz con ella.

Soñaré que me amas, soñaré que estamos juntos, soñaré que no has muerto. Y volveré a viajar en mi alfombra mágica por los cielos. Llegaré hasta tu tierra, caminare por las calles de tu Ciudad y llegaré hasta ti, te miraré y sin rosarte siquiera, tocaré tu rostro, acariciaré tus labios con mis labios, y al verte sonreír en tu sueño tranquilo, sabré que eres feliz.

Ya comenzó la navidad, ya pronto comenzara el invierno. Y Como siempre el otoño ha marcado mi vida, al perderte.

¿Recuerdas nuestro sueño, inventado por ti, y soñado por mí? Ya no será realidad.

No estaremos juntos en estos días de inviernos, en el gran sofá de tu salón al frente de la chimenea prendida, En tus brazos, reclinada en tu pecho, con los ojos cerrados, y en silencio. No sentiré tus brazos alrededor de mi cuerpo, ni tu olor, ni tu calor, ni tu fuerza.

No sentirás mi ternura, mi perfume, mi suavidad al darte un pequeñito beso en tu mejilla, o en tus labios o en tus ojos (para que no me hagas trampa) y los tengas, cerrados, como yo.

¡Qué lástima! Simplemente, no seremos felices! Ni tú, ni yo.

Mañana volveré a escribirte. Volveré hacerlo todos los días, como cuando vivías. Volveré a soñar con tu cariño, y con cada pedacito de los recuerdos que han quedado en mí. Y volveré a ser hada del amor, princesita, brujita. La mujer que la magia del amor, de tu amor, convirtió en niña…

No lo tomes como locura. No lo es. Tampoco, es una obsesión. Menos, un capricho. Solamente, el deseo de dejar un recuerdo de un maravilloso sueño de verano.

Además, tú jamás las leerás, esa es la realidad. Pues, has muerto. Pero tu espíritu, tu esencia, estará muy cerca de mí, como la mía, te acompañara siempre. Y en tu mundo, sentirás mi voz, percibirás, mi perfume y mis ojos, serán parecidos a otros ojos, y mi figura será semejante a la de cualquier mujer, que pase a tu lado.

Mañana… O… Cualquier otro día te escribiré de nuevo a esta misma hora como siempre, te escribiré,

Mar



(2)


}




(9.10 de mi noche, 3.10 de tu amanecer) (2)

 Diciembre 8:
Te prometí ayer, que volvería a escribirte hoy. Te preguntarás: ¿Por qué lo haces si yo no existo? Y yo, te contesto: Si existes, aunque estés muerto, si existes. Ya que dejaste un gran legado en mí.

Dejaste el recuerdo de ser mi “sueño, convertido en realidad”. Ese sueño que de niña tenía. Y en mi inocencia, te veía llegar, tal cual eres. Eras. Ángel” que con el paso de los años, evolucionaba y se convertía en ese hombre al que amaría por siempre y para siempre. Pero no llegabas. Pasaba el tiempo y no te encontraba en ninguna parte del mundo. En ningún desconocido veía tu rostro y menos, tu figura. Ninguno, eras tú. Ni física, ni mental, ni intelectual, ni espiritualmente, eras tú.

Y Te conocí, cuando ya no te buscaba, cuando menos lo esperaba. Me enseñaste amarte, me enseñaste a quererte y fui feliz muy feliz. Mis sueños fueron distintos. Entraste a mi mundo, a mi exclusivo mundo. A ese mundo creado por mí, para mí y para ti, si llegabas algún día y fui feliz y tú, fuiste feliz… Y… Ahora… Que estás muerto, tú recuerdo y mi dolor, lo he bregado a sepultar en parajes hermosos soñados por los dos.

Y fui a la playa, estuve en el mar. En la montaña. Busque tus huellas en todos los lugares. Recorrí todos mis recuerdos. Y ahí estas, ¡vivo!... Pero muerto…

No te olvidaré. Esto, es imposible. Mi vida seguirá su curso. Sola… Sonriente… “Feliz” y cada noche te escribiré y soñaré que viajo por el infinito, para acompañarte en tu amanecer, acariciaste muy suave y delicadamente, darte un beso, que siempre, en tu mundo, sentirás en tus mejillas o en tus labios.

Mañana… U… Otro día,  te escribiré de nuevo… En mi noche, en tu amanecer…

Mar



(3)







(10 de mi noche 4 de tu amanecer) (3)

 Enero 28:

 De nuevo estoy acá, escribiéndote:

Te había prometido hacerlos todas mis noches, todos tus amaneceres, pero no, no lo cumplí. No pude, era demasiado para mí. Sí tengo la certeza que no leerás mis cartas, que no existes, que estás muerto. ¿Cómo podía día a día seguir soñando de que no era así?  No pude. Volví a escapar. Busque el refugio de siempre, huir, a cualquier parte. Nunca estuviste en mi refugio y te encuentro en el, en todas, partes. ¡Tú presencia, tu perfume, tus fotos, tus cartas. Todo te trae a mí!

Y recuerdo… Cuando te conocí, cuando de las pequeñas nota pasamos, sin darnos cuenta, a nuestras cartas, largas llenas de sueños, de fantasía, de mimos, de amor.

Cuando en la mañana, me despertaba para encontrarte ya metido en mi vida haciendo parte de ésa, mi rutina y yo, hacía  parte de la tuya. Ese desearme un feliz día, ese beso y ese abrazo, con el que compartíamos mis primeras horas y tu tarde. Cuando tu ternura rebosaba y  parecía, un río desbordado. Cuando ya habías leído mi carta de mi noche, de tu amanecer y conocías el sabor de mis besos y la suave caricia de mis manos recorriendo tu rostro, mientras dormías.

Hoy, solo quiero recordar esta parte, solo esta. No quiero recordar más.

No sabes lo que sufro, no sabes, ni lo sabrás nunca  cuanto te amo. Todavía no entiendo, el por qué partiste, por qué la muerte termino con tu cariño, con tu amor. Por qué algo tan lindo ya no existe. ¿Fue un sueño? ¿Fue una mentira? ¿Fue un juego de mi imaginación? No… Fue real… Fue cierto… Lo viví… No lo soñé… Pero desapareciste… la Muerte le ganó la partida a la vida. El invierno… Cuando llega el amor… Volvió a perder.  El otoño, lo sepulto, después de un lindo verano y nunca vivió la primavera. ¡Pobre nuestro amor! Solitario, yerto, murió, antes de tiempo, como nació. Fuera también, de tiempo. ¡Pobre nuestro amor! ¡Pobre!... Te amo, pero no podrás  ya saberlo nunca… Nunca... Nunca… 
   
Mar
 (4)





(9.30 de mi noche, 3.30 de tu amanecer) (4)
 Febrero 1:      
“En mi última carta me prometí que no volvería a recordarte, a recordar lo vivido contigo pero no, acá estoy de nuevo escribiéndote y recordándote”.

Creí que podía jugar tu nuevo juego, pero no. No pude… Me declare vencida y me retire...

¿Recuerdas que te lo dije?

¡Busque el olvido por  el mundo, reconstruí  mi niñez, mi juventud, busque nuevos sueños!

¡Creé nuevas cosas, nuevas ilusiones, nuevos intereses!  Pero... No pude...

Se,  que es una locura, una incesantes, un absurdo, una estupidez, para no decir nada más fuerte y más apropiado.  Pero no encontré lo que buscaba, no encontré el olvido a una linda locura, que tú me hiciste vivir.

 La pregunta que me hago es: ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué necesidad tenías de demostrarte a ti mismo de lo que eras capaz como hombre? ¿Por qué esa inseguridad en ti mismo?  ¿A quién tenías que demostrarle lo maravilloso Don Juan que eras? ¿Por qué jugaste conmigo? ¿Con mis sentimientos, con mis ilusiones? ¿Por qué me hiciste soñar? ¿Por qué despertaste en mí, a la mujer que estaba dormida y tranquila viviendo su vida serenamente y la hiciste soñar y vivir de nuevo? ¿Por qué esa crueldad? ¿Ese sadismo? ¿Yo que te hice?  ¡Parece una venganza! Lo único que te puedo decir: Es que ganaste. No me has destruido, pero ganaste. Y yo, no puedo sufrir más. 

Llegó la muerte para ti. Y... No seguiré jugando...

Pero... Ahora... Juego... A no sentir nada. A ser indiferente.  ¡No...Juego a nada..!. No me importa nada.  No puedo… No… Puedo… Seguir  jugando a que estas vivo  y  que me amas.

¿Cómo es posible que te siga tratando como si estuvieses vivo? ¡Qué ilusa soy!

Una vez te dije que no era masoquista y no quería aprender hacerlo. Pero... ¿Te imaginas? Lo intente, pero no puede... No puedo. Entonces…. Me retiro del fuego… Te Olvido. Tengo que olvidarte... ¡Estás muerto!

Todo esto te lo dije, cuando aún tu corazón latía, cuando tu sonrisa, tus risas  y la suavidad de tu voz sonaban en mis oídos, cuando… Cuando, aún decías que me amabas y estabas vivo.

Ahora no se si sufro, o si yo también estoy muerta, no sé si vivo o solo sobrevivo. Que mal me hiciste y cuanto te amé. Y te amo. Pero la muerte llegó para ti y tengo, debo, dejarte partir.

Mañana también, en mi noche en tu amanecer u otro día, volveré a escribirte, volveré a recordar todo aquello tan lindo y maravilloso que vivimos.

Hasta entonces, hasta mi nueva noche, hasta tu nuevo amanecer.

Mar

(5)






(10.25  de mi noche, 4.25 de tu amanecer) (5)
Febrero 9:

He intentado no seguir escribiéndote, en mis noches, en tus amaneceres.
 Pero no… La promesa que un día me hice  a mí misma, más que a ti, de seguir haciéndolo. No la he  cumplido, pero tampoco la he dejado. No puedo… Tu recuerdo vive en mí. Vives… Sigues viviendo y te amo… Ahora me pregunto… ¿Por qué te amo?  Por qué te amé? ¿Voy a seguir presa de este sentimiento?

Yo… Solo, te amé, solo creí, solo escuche tu voz… Y soñé… Me transporte a mi mundo de ilusiones, de fantasía y viví de nuevo.

Ahora, han pasado los días. “Hubo una pausa”. Y en mi  mundo y en mis sueños, volvimos a estar juntos, volvimos a reírnos, volvimos a escucharnos y volviste a morir.

Y me pregunto… ¿Qué es lo  pasa?  Vuelves, a mis pensamientos,  y desapareces.  Vienes a mí y vuelvo a perderte… Aun estando muerto…

Y recuerdo… Cuando me contaste de que habías  inventaste la hora de tus sueños, tu hora mágica, cuando leías mis cartas imitando mi voz de niña consentida,  contemplada y mimada (según tu) y en voz alta, repetías todo lo que yo te escribía.

 Recuerdo, cuando me llamabas y me hacías reír todo el rato, cuando no te importaba que las horas pasaran. Cuando me prometías un invierno feliz en tus brazos, al frente de una  linda chimenea, en un pueblo lejano pequeñito y muy blanco.

Cuando no existía el ayer, cuando no existía el presente, que solo, para ti y para mí, existía el futuro. Solo el futuro...

 El futuro, se convirtió en presente y todo se perdió en la nada.  No sé qué paso…  No se…

Mar








Por ahora amigos, no compartiré con Uds. más de mi libro.

 "Cartas que Nunca Leerás".

 Pero les aseguro, que continuará…Y las conocerán.

La autora:



Eva Margarita