Leyenda
Urbana
EL
HOMBRE EN SU JAULA
"El hombre en su jaula".
Era así, como llamaban a este caballero, de gran porte y de maravillosa figura,
fortuna e inteligencia, que vivía en el corazón mismo de esa gran ciudad de
Brasil: Sao Pablo.
"Cuenta la leyenda" (aunque
es actual) Ya se convirtió en leyenda Urbana. Que este Señor tenía
esposa, hijos y en su profesión era todo una eminencia. Pero de un momento a
otro, ya no volvió, a tener contacto con la sociedad y se encerró en su mansión.
Para ello, fue poco a poco
adecuando sus espacios: primero su gimnasio, luego, encerró su piscina, y su
jardín con grandes muros, que parecían, más, una muralla que otra cosa. No por
ello, su residencia perdía estética. El acceso a la playa, como todas las demás
casas de dicha urbanización, también fue aislado, con palmeras, platanales,
jardines exóticos, nada dañaba el conjunto y menos la belleza del paisaje.
Nadie podía imaginar lo que luego ese lugar sería la famosa "jaula del
caballero"
Los grandes ventanales, balcones y
terrazas, sin perder su gracia y belleza, se fortalecieron. Hacia fuera todo se podía ver. De afuera
hacia adentro, nada se podía observar.
La servidumbre, seguí siendo la
misma. Sus autos, igual. Para ese entonces ya su esposa había muerto y sus
hijos estaban casados. Sus nietos, relativamente grandes, unos estudiaban,
otros vivían en otros países o ciudades y todo era normal. Aparentemente
normal. Poco a poco este hombre extraño, comenzó a restringir, las visitas de
toda la familia. Incluyo también, a sus hermanos, cuñadas y sobrinos. Poco a
poco, los fue alejando de su casa y de su vida. En un principio, en navidad,
año nuevo, o cumpleaños, los recibía. Y llego el día en que no volvió a recibir
a nadie.
Todos sus empleados, cumplían con
sus respectivos quehaceres. La casa, seguía siendo imponente y hermosa, pero sola, completamente
sola. Ni siquiera un perro, o una mascota diferente, lo acompañaban.
Se sabía, por la misma servidumbre,
que hacía gimnasia, que nadaba en la playa o en la piscina, que escuchaba
música, que leía, que escribía. Que
tenía una gran sala para T.V. que era un teatro, donde podía ver la película
del momento.
Que la Capilla Privada, era su
oratorio y que cuando quería, un Sacerdote amigo, iba y decía la misa para el
solo, o a veces, permitía, que sus empleados, estuvieran presente.
El trato, contado por ellos mismos,
(sus empleados) era, muy bueno. Como también, su pago mensual. Pero poco
hablaba con ellos. Solo lo suficiente, cuando necesitaba algo, o cuando les
tenía que reprochar algo. Al teléfono nunca contestaba Pero tenía una agenda
donde se le anotaba cada llamada.
Aparentemente era un hombre muy
normal. Pero no: No quiso volver a dar amor a nadie y recibir amor de nadie.
Simplemente eso. Se negó toda posibilidad de dar y recibir amor. Pero lo malo
de esto, según cuentan, es que se creía bueno.
Le parecía normal, ser indiferente,
con los más cercanos a él, su familia y los que, otrora, fueran sus amigos o
compañeros de estudio, o de profesión. No
les ayudaba, no los escuchaba, no los veía, no le importaban. No compartía con
ellos nada de lo mucho que tenía para dar. "Compañía, ternura, consejos,
sonrisas, juegos, alegría, cariño y lo más importante de todo: AMOR" Y aun así, dicen, que se cree bueno, muy
bueno.
No soy nadie para juzgarlo. No lo
conozco. No sé el por qué, de su actitud. Pero según mi criterio no es bueno.
Es verdad, que no le hace mal a nadie, que es libe de hacer lo que desee hacer.
Pero no sabe amar a su prójimo como Dios manda. Porque rechaza su único mandamiento:
AMA A LOS DEMÁS COMO A TI MISMO Y
COMO YO OS HE AMADO.
Eva
Miércoles 28 de Enero de 2015
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