UNA
AVENTURA CASUAL
Les voy a contar un cuento de
ficción, de realidades. Sé, que en esta tarde y en muchas otras, la pasaremos
muy bien.
Primer Capítulo
I
"Señores pasajeros por favor
abrocharse los cinturones, sobrevolamos la Ciudad de Kushanh “Ciudad Perdida”. Les
deseamos una grata estadía en ella" Con estas palabras salí de mi letargo.
El calor era sofocante, el aire acondicionado poco o nada servía, mi compañero
se sonreía al ver mi incomodidad. Si no hubiese sido mi amigo, desde que entré
al diario, lo había fulminado, pero
es imposible ser descortés con un ciudadano de Ciudad Perdida. Estas, son las
personas más hospitalarias, simpáticas y amables que existen.
Kan Jai, se llama mi amigo. Y ahora, que por primera vez me asignaban una
misión, mi compañero. El me escogió, quería ser mi guía en su país y además,
deseaba que perfeccionara todo lo que me había enseñado; no quería que me
arriesgara sola o a recibir órdenes de otra persona distinta a él, en mi
bautizo de tinta.
Ciudad Perdida es la capital de un
gran y antiguo Reino. Este hermoso país está situado en Asía, Su territorio es árido por la
falta de lluvia. Es parte de un desierto. Es un punto muerto y al mismo tiempo, de gran
importancia para occidente. Por sus riquezas arqueológicas y sus tesoros
escondidos. El cual, nosotros íbamos a
explorar. Nuestra misión era delicada y muy secreta. Solo dos alternativas
teníamos, triunfar o triunfar. Como periodistas,
era hasta gracioso vernos involucrados en una misión científica de esta
magnitud.
Por fin el avión tomó la pista. El
aeropuerto es lindo y su arquitectura, es totalmente moderna. Tanto la aduana,
como las distintas oficinas de las empresas aéreas, son atendidas por hombres,
cosa que me llamó mucho la atención. Kan, que me conoce bien, me dijo: "La
mujer, en nuestro país, no trabaja. Solo está en casa. Más adelante, te contaré
nuestras costumbres”.
En el Hotel, nos dieron dos
hermosas habitaciones comunicadas entre sí, por una puerta disimulada. Ya
instalados con nombres nuevos y papeles en regla, comenzamos a organizar y a
repasar nuestros planes. (Éramos como
dos pequeños, jugando a ser espías. Periodistas detrás de una noticia, con
caras de arqueólogos, de científicos, muy serios y yo, como siempre, restándole
importancia a las cosas, para reírme)
Buscamos micrófonos, cámaras de televisión y
nada encontramos. Pusimos los mapas en la mesa central, sacamos nuestra radio
portátil, el minicomputador, las cámaras fotográficas y los demás pequeños
aparatos tecnológicos que habíamos llevado,
todo estaba en orden y listo para usarlo.
Teníamos veinticuatro horas para
descansar antes de que nos reuniéramos con nuestros compañeros, todos hombres y
mujeres de ciencia. Respiramos más
tranquilos. Todo hasta ahora, estaba saliéndonos bien.
Desperté sobresaltada, el teléfono
sonaba, miré mi reloj, eran las cuatro de la tarde. Descolgué el auricular y
era Kan quien estaba en la línea. ¿No sabes que tengo que mostrarte la ciudad?
Ven, es importante que la conozcas, te espero en el bar, no tardes. Quise
decirle que estaba rendida. El viaje de Madrid, hasta Ciudad Perdida, me había
dejado extenuada, pero no pude. Solo
dije: Está bien, está bien, voy.
Eva
( Continuará... El segundo capítulo, vendrá pronto.)
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