CUENTO,
DE FICCIÓN, DE REALIDADES.
Cuarto Capítulo IV
Las cinco de la mañana. Iván nos
dio un suculento desayuno y luego comenzaron las instrucciones. Nuestros radios
estaban en la misma frecuencia de SZ1, él estaba en la ciudad fronteriza de Kero.
La entrega sería a media noche de
un día, que solo nos comunicarían el día
anterior.
Un día que no hubiese luna y menos llena.
Esto, nos cubriría un poco más,
pero teníamos que tener cuidado, ya que toda la frontera estaba muy bien
vigilada por altas torres con grandes reflectores y vigías muy bien armados,
además, existía una barrera de zanjas profundas y en la mitad de ellas, la
alambrada, la cual, teníamos que cortar. La información e instrucciones que
faltaban, nos la darían en Paris, a Kan
Jai o a mí.
Dejamos a Iván y cuando ya
estábamos solos, comenzamos a hablar sobre esto. ¿En que nos estábamos
involucrando? ¿Con quién nos estaban confundiendo? ¿Debíamos seguir adelante o
salir corriendo? ¿Era bueno o malo para
nuestro periódico, que solo buscaba la
exclusiva de una noticia de carácter histórico y científico y que nosotros, dejaríamos
tirada
al salir detrás de algo desconocido?
¿Esto era bueno para nuestra
carrera, para nuestro futuro? Nos quedamos callados a todos los interrogantes
que nos planteábamos. A todas nuestras dudas, a todas nuestras indecisiones.
No separamos y ese día cada cual, a
solas, trabajamos y ni siquiera al almuerzo estuvimos juntos. Huíamos el uno de del otro, no queríamos
confrontar nuestros pensamientos, ni nuestras decisiones.
Por la noche, ya más serenos,
tranquilos y también cansados, decidimos que haríamos las dos cosas. Kan iría a
Paris. Yo, me quedaría en el campamento y cubriría todo el trabajo de los dos.
Teníamos que aceptar lo que el destino nos había colocado en las manos.
Kan empaco pocas cosas. Salió
para arreglar todo lo del viaje y al
amanecer marcho a una nueva y desconocida
aventura que nos involucraría a los dos.
(Después, cuando ya todo terminara,
yo conocería lo vivido por mi amigo y compañero en Paris).
Pasaron los días. Nada sabía de Kan. ¿Por qué
no nos podíamos comunicar? ¿Qué estaba pasando? Varia veces estuve en el bazar
al pie de la radio y hablando con Iván. El, como yo, estába sorprendido.
Era un silencio absoluto. ¿Esto, era buena señal o mala?
Los días pasaban, seguidos de sus noches. Pasó una semana, dos
y al terminar la tercera, ¡llego por fin Kan!
Nada dijo… En su cara había un gesto de preocupación y al mirarme o al
abrazarme, me daba la impresión de que quería protegerme de algo, de alguien…
Y llegó el día. En compañía de Iván
y de su compañera, una mujer callada, hermosa, con un dejo de tristeza al
hablar y unos grandes pero inexpresivos ojos negros, que adornaban su piel de
una pálida blancura. No era de esas tierras, era, como nosotros, una extrajera.
¿Quién en realidad, era ella? A
Iván se le notaba la admiración y el respeto que esa mujer le inspiraba. Cada
vez, yo estaba más intrigada y al mismo tiempo, más decidida a llevar a cabo
esta misión, de la cual, no sabía en ese
momento, menos que nada.
Partimos en una caravana pequeña de
camperos del desierto y guiados por los hombres de la misma tribu, que nos había acompañado en todo el recorrido
desde Kushanh “Ciudad Perdida” hasta las excavaciones.
Cruzamos el desierto en dirección norte. En la noche,
acampamos en un pequeño oasis protegido de los vientos helados del desierto.
Esa noche, fui enterada de muchas cosas: A
donde nos dirigíamos, que íbamos hacer y como lo íbamos hacer. Hasta cierto
punto, no corríamos un gran peligro.
Yo, que creía que nos habían confundido, lo mismo que Kan ( ya les había contado). Pero no. Sabían muy bien quienes éramos y fuimos escogidos. No por equivocación, sino, por ser nosotros.
Yo, que creía que nos habían confundido, lo mismo que Kan ( ya les había contado). Pero no. Sabían muy bien quienes éramos y fuimos escogidos. No por equivocación, sino, por ser nosotros.
Eva
Martes, 7 de mayo de 2013
(Continuará...
El Quinto y último capítulo, vendrá
pronto.) (07-05-13)
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