MI VIAJE
Capítulo I
Viajaba como siempre, en avión y
como siempre, me preparé a dormir todo el vuelo. Y así lo hice.
De pronto todo cambió a mí
alrededor:
Me vi una ciudad grande, moderna, increíblemente hermosa.
Caminaba con seguridad. Puedo decir que la conocía muy bien y me era
familiar. Pero me llamó la atención que
estuviese desierta. Nadie caminaba en sus calles, los coches, estaban quietos y
estacionados. Los semáforos, emitían sus señales correctamente. Sus tiendas,
estaban abiertas, pero no se veía a nadie. No había un ser humano en sus
calles.
Llegué a un parque. Sus jardines
bien cuidados, sus flores frescas, sus fuentes funcionando, sus árboles podados
y muy verdes, todo perfecto.
Pero yo, estaba sola, en esa inmensa
ciudad. ¿Dónde estaba la gente? ¿Qué
hacía yo allí? Decidí sentarme en un café al aire libre. Olía a café de mi tierra. Esa fragancia me
envolvía y me recordaba a mi gente, mis raíces. Nadie atendía, como todo, a mí
alrededor, estaba solo, vacío.
De pronto, te vi a lo lejos…Te
acercabas. Y así, como te aproximabas… te vi desaparecer.
Desperté sobresaltada, y me
encontré de nuevo, en el avión semi a oscuras. Tu fragancia me envolvía. Tu voz
estaba en mis oídos. Todos estaban dormidos.
Espere un momento para llamar a la azafata
y pedirle una copa de vino y me prepare
para leer un libre. Paso un tiempo y no sé cómo, me quede dormida y en mi
sueño, volví a encontrarme en la misma ciudad, ahora, puedo decir, que parecía
el segundo capítulo de un libro de misterio, o el segundo acto, de una rara y
poco común obra de teatro.
Ya no estaba en el café. Me
encontraba en las puertas del Palacio de las Artes. ¿Pero de qué Ciudad?
Entre y en la primera sala, tan
desierta como toda la Ciudad. Vi retratos muchos retratos y todos, eran parte de tu obra. De esa obra, que jamás exhibiste, que era tu
sueño. ¿Pero dónde estabas? Yo te había visto y desapareciste. Pero nada de
esto tenía lógica. Tú, estabas muerto y tu obra, había desaparecido. Nadie,
sabía dónde se encontraba.
En ese momento, la azafata, me
despertó.
Le pedí otra copa de vino tinto caliente, como el primero, pero
esta vez, no cogí el libro. Cerré los ojos y por los audífonos escuche nuestra
música.
Pensaba… Reconstruía esos dos
sueños, que eran uno. Solo uno… el segundo
que era la continuación perfecta del primero. (Primer capítulo, segundo
capítulo)
Era raro muy raro. ¿Cómo un sueño
podía tener continuidad, después de una pausa entre la primera y segunda parte y además, ser tan real?
No solo eso. En la realidad, a tu
muerte, había desaparecido toda tu obra, todas tus pinturas, hasta los
bosquejos. Nunca se supo quién las tenía, o si habían sido robadas por personas desconocidas. Yo en mi sueño, a más de veinte mil pies de altura, sobre el mar caribe, las
había visto, en una ciudad desconocida, desierta y no se puede negar,
hermosa.
Eva
Continuará…
Domingo 24 de mayo de 2015
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de Autor Reservados
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