MI VIAJE
Capítulo
III
Ya al día siguiente de mi llegada, en la oficina hablaba con un compañero, que como a mí, nos gusta los
temas paranormales.
En ese intercambio de sucesos, le
comente de mi sueño y que en realidad no tenía nada que ver con mi presente y
aunque, involucraba a una persona muy querida por mí, que ya había muerto y nunca tuvo
la oportunidad de viajar. Y aunque pintaba, no era tampoco, un pintor de renombre, al momento de su muerte. Además,
le describí la ciudad que había visto en sueños y todos los grandes y pequeños
detalles de mi viaje astral.
Manuel, que así se llama mi
compañero y es argentino, se paró sin decir palabra y me dejo con mi historia
empezada y todo el trabajo por hacer.
Toda esa tarde Manuel se desapareció
y al terminar la jornada laboral todos nos fuimos a caminar y a gozar del clima
primaveral que empezaba a convertirse en un hermoso y placido verano.
Manuel no apareció por el Hotel.
Ninguno nos preocupamos, ya que él tenía esa costumbre o manía, decían algunos del grupo, de desaparecer, con cámara,
grabadora y solo.
Al amanecer, más o menos tres o
tres y media, tocaron a la puerta de mi habitación y era Manuel con una carpeta
grandísima, de escritos y fotos.
Se sentó en la cama y todo lo
esparció por ella: fotos, artículos, planos, grabaciones y comenzó a mostrarme
a leerme, a explicarme. Yo no entendía nada. Tomando las películas las expuso y
hablaba y hablaba y yo, comencé a entender todo. Era una linda ciudad que
estaban terminando, era una obra de arte toda ella y allí, estaba la galería
que yo había visto en sueños, la plazoleta, las fuentes, sus grandes centros
comerciales y también, su soledad.
Me mostró las fotos de la gran
galería. Sus salas eran enormes iguales a como yo las había visto, pero los
cuadros estaban todos cubiertos, por lienzos
que los protegían. Pronto abrirían las puertas al público y si estábamos
todavía trabajando allí, podíamos desplazarnos y conocer la ciudad y la galería
y además, ver las obras de arte que iban hacer exhibidas. Todo esto me lo
explicaba Manuel y nos dieron las seis de la mañana.
En el desayuno hablaba y exponía
sus ideas al grupo, para que fuera factible nuestro viaje y así escribir sobre
su tema preferido: "los fenómenos paranormales" Quería demostrar la
teoría, según él, que todo ya estaba vivido en la mente humana antes de que se
viviera físicamente.
Mi viaje, exclusivamente de
trabajo, se convertía poco a poco en una aventura colectiva. Me preguntaba
mentalmente si a Fernando le gustaría todo aquello. Si lo volvería a ver como
en el sueño, en la gran plaza de la
galería, si los cuadros eran sus obras. ¡La curiosidad me mataba! Pedía que en
sueños me diera una respuesta de rechazo o de aprobación, pero no, el sueño del
avión, no se repitió.
Y llego el día. El viaje fue
aprobado y todos nosotros, los reporteros gráficos de Latinoamerica, fuimos
invitados a la inauguración de la galería de arte. De la ciudad más hermosa y
moderna del mundo, DUBAI.
En el aeropuerto, ninguno del grupo
podíamos hablar. Todos estábamos ocupados con nuestras cámaras, filmando,
fotografiando aquí y allí y corriendo llegamos al hotel.
Era todo tan admirablemente
hermoso, que hablar, habría sido una falta de respeto. Fotos y más fotos, película tras película y así
corriendo, llegamos a nuestras habitaciones nos cambiamos y salimos con
nuestras credenciales y sin cámaras ni filmadoras para la maravillosa obra de
arte a la cual nosotros estábamos invitados. (Con credenciales de periodistas y
sin forma de hacer una verdadera crónica. ¡Ni siquiera una libreta! ¡Nada!
Bueno… llegamos. Describir tanta
belleza y majestuosidad, es imposible, por lo cual, seguiré con mi relato: mi
sueño, convertido en aventura por Manuel.
Al entrar después, del gran salón y
hecho todos los brindis y demás ceremonias, pasamos a la sala principal: Cada país
y cada continente, tenía un artista con su obra. Al llegar a mi continente a
mi país. Quede muda. Cada cuadro cada lienzo, me era conocido me era familiar.
Manuel estaba a mi lado. Me miraba, nada decía. Solo me observaba y tenía mi
mano, que apretaba la suya. ¿Dónde estaba el maestro realizador de ella? No
estaba, lo busque con la mirada por todo el salón. No estaba. Los cuadros solo tenían una F. Solo una F. No
había fecha. Solo un número 1-2-3 etc.
Callada y de la mano de Manuel salimos al jardín lleno de fuentes luminosas
en medio de una tarde suavemente cálida, pero a la fuerza del maravilloso invento
de enfriamiento ambiental.
Manuel me preguntaba y me
preguntaba y yo… pobre de mí, no sabía ni que responder. ¿Como explicarle a él, lo que había visto, experimentado y menos, lo que pensaba de este hecho?
¡Era
lo mismo que había visto en mi sueño a más de 20.000 pies de altura, sobre el océano
atlántico!
Eva
Viernes 17 de Julio de 2015
Continuará
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