Buhardilla

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viernes, 16 de noviembre de 2018

HOLA, ALMA MÍA (DIALOGO PERSONAL)



HOLA, ALMA MÍA
Hola Alma Mía:
Hace mucho tiempo que no nos encontrábamos. Aunque siempre estamos juntas, pero calladas y muy solas. ¡Como aprendimos a estar solas!  
Pero la tarde, su frío, la oscuridad del ambiente y esta hora del 
estío, ha hecho que nos veamos frente a frente, de nuevo. 
Sí, no digas nada… las dos estamos tristes, muy tristes. Hoy, recordando otra tarde, otro tiempo, otros suspiros y otros sueños. 
Como siempre, la soledad nos acompaña, a veces en silencio y otras… entre suspiros y lágrimas.
Pero tú y yo, no nos separamos. Aunque estemos solas, aunque estemos cayadas,  tristes, contentas o simplemente… perdidas en nuestros propios sentimientos. En nuestros propios sueños… en nuestras propias tristezas y en nuestros propios fracasos.
Esta tarde. Tiene la misma fragancia de esa tarde, en que conocimos el dolor de la soledad. Tiene el sonido, el ruido y  la voz característica del silencio. El ritmo cadente y suave de los árboles y el beso de la brisa, en nuestros labios. Mientras el corazón, solo podía decir: “estas sola”. ¡Esta es la soledad! “La que tú, no conocías porque nunca la habías vivido, porque nunca, la habías sentido”.
Pero tú, alma mía, decías: ¡No… siempre sola… no!  ¡No! ¡Estoy yo, que le acompaño! ¡Estoy yo, que jamás te dejare! Estoy yo. ¡Que soy su alma!  
 Gracias… alma mía. Gracias.
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¿Recuerdas… el silencio de esa gran avenida? De esa calle ancha, blanca, perfumada. Sus grandes árboles, sus casas y edificios cerrados. Sin autos, sin gente. La briza, el frio y nuestra soledad, nuestra nueva amiga. Alma  mía. ¿Porque?
Han pasado los años, muchos años y no se el por qué. Siempre tú  y  yo hemos tenido todo y en realidad, jamás hemos tenido nada. Solo la soledad, el silencio. Sus voces, melodiosas, pero tristes, lejanas. También ese día, conocimos, la tristeza, en el sonido del agua de la fuente, que  lloraba y que solo tú, alma mía y yo, comenzábamos a comprender, porque nosotras, también, comenzábamos a conocer la soledad y a llorar.  
Alma mía, ¿Recuerdas la fecha?¿yo? Si la recuerdo muy bien y me pregunto: ¿Porque ese día, recibimos de regalo, esto, que jamás habíamos tenido, ni sentido y que ahora y desde ese día, siempre ha estado con nosotras? Alma mía. No entiendo. Te voy a dejar ya. Tu hoy, no quieres recordar.
Si mucho suspiras y nada me dices. Alma mía, hoy estas más triste que yo.  No hablemos más solo caminemos, por esta avenida, la misma donde conocimos a nuestra amiga fiel. La soledad.
Eva 
Viernes 16 de Noviembre de 2018
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