Buhardilla

Buhardilla

miércoles, 16 de enero de 2013

"COINCIDENCIAS" "Historia de amor"


Historia  de Amor






"COINCIDENCIAS"
Hola amiga:

Nuevamente estoy acá y voy a contarte algo muy especial que me ha pasado.

 Era martes trece. La mañana estaba hermosa, el sol salía por el oriente, mientras la luna se ocultaba por el occidente.

Días antes, de esto tan raro que he vivido. Ya había tenido una experiencia muy especial.

Se me presento la oportunidad de hablar con un hombre encantador. (Por motivos solamente de negocios, de trabajo) Pero el sonido de su voz era dulce, tierno, cariñoso, amable, inteligente, fino.

 En su vocabulario demostraba que era  todo un caballero.  Era, como un ser irreal. Auténtico, franco,  sencillo, fresco.  No lo sé. Su voz, era como un murmullo que arrullaba, calmaba. Cada problema, aunque fuese comercial, parecía fácil.  Toda palabra tenía vida propia, y brillaba cada una de ellas con su propia luz. Te imaginas amiga? ¿Cada palabra brillando con su propia luz? ¡Y lo que ocurriría esa mañana, sería más espectacular. Más increíble!

Salí en el coche para hacer una vuelta relacionada con mi trabajo, que tenía pendiente. No me demoré en ella y se me ocurrió, ir por mi amiga y Secretaria. Como estaba tan lejos de donde ella vivía, lo tome como un paseo.

Faltaban unas cuantas cuadras para llegar a la casa y tome la avenida. Iba escuchando música y pensando en ese hombre, que conocería al día siguiente.

Como te contaba:

Cogí la avenida. Es la  de tres carriles. Todos los coches que estaban al lado y lado del mío, me  dejaron y me  tocó el semáforo.( Iba  por el carril central  para seguir derecho) Los carriles de los lado, tú conoces el camino. Uno, es para voltear a la izquierda y el otro, para voltear a la derecha.   El de la derecha, estaba vacío.

Callada, preocupada, un poco elevada. No me di cuenta que al carril de la derecha, llegó un carro Volkswagen, el llamado escarabajo. Azul, igual al color del mío.  El señor que lo manejaba, me miraba. Yo también lo mire y pensé: ¿Un escarabajo? Debe de ser coleccionista, pues éste coche ya lo dejaron de fabricar y se está convirtiendo en un clásico.

Sentía que me seguía mirando. Y ya, no pude quitar los ojos de él. Pensé: A este señor lo conozco. ¿Pero dónde? ¿En la TV? ¿En el Periódico? ¿En un centro comercial? ¿En dónde? Él, no había dejado de hacerlo. El semáforo cambio. Volteó sin dejar de mirarme y yo seguí derecho. Pensé: Tiene clase y nunca nos volveremos a ver, que lástima. Pero lo que pasó en mí, no era natural, quedé con un sentimiento muy especial, muy raro.  Pero nunca sabría quién era el.  

 Ahora, no solo estaba preocupada por el encuentro  con el Señor, el de la linda voz y con el que solo había hablado de temas comerciales y  de negocios. Sino también, por este otro hombre, que sin ser lindo, pero si, elegante y con  unos ojos de todos los matices del arco iris, como el cielo de esa mañana, me había dejado intrigada.

¿Qué me estaba pasando?  Con el primero, nuestra relación sería únicamente de negocios, si me gustaba su desempeño en la entrevista reglamentaria. Ya su hoja de vida la conocía. El, había contestado el anuncio que yo publiqué en el diario, buscando un Representante Profesional,  y él era el único con esta profesión.

(Primera Coincidencia) Lo escogí. Tal vez, su voz influyó en ello. La casualidad de que su cumpleaños fuera el mismo día que el mío,(Otra coincidencia) había nacido a la misma hora y el mismo año, pero un país  muy distante. Además, su preparación era inigualable.  Su gentileza y elegancia al hablar, era precisamente lo que yo estaba  buscando.  
  
¿Te fijas?

 Lo que te decía al principio: ¿No te parece esto muy irreal? Pero no era mí imaginación. Era algo que estaba ocurriendo y yo, no me explicaba el por qué. No lo entendía en ese momento y menos ahora, después de todo lo ocurrido.

Bueno....  Sigamos con el cuento.... El Señor del Volkswagen azul quedó atrás, pues tenía que ser realista, ser consciente, de que no lo volvería a ver, que la sensación que me produjo en el instante que se cruzaron nuestras miradas, no era nada, solo una sensación agradable y nada más.

Recogí a mi amiga y nos  concentramos en lo que íbamos  hacer. Iríamos  al restaurante donde nos prepararían el desayuno ejecutivo para el día siguiente recibir, a todos los candidatos escogidos. Estaban citados para la misma hora, ya que se recibirían a todos a la vez y desayunaría con ellos.

Luego, a la oficina. Haríamos las llamadas que necesitábamos y ya, quedaríamos libres para ir almorzar.

 Pero  ahí comenzó, sin que lo supiéramos, ni el, ni yo el principio del fin. (Solo el destino.)

 A las diez, hora del desayuno, todos los otros candidatos llegaron menos él. Si, llamo, y se disculpó, diciendo que a última hora había hecho una cita,  con un cliente suyo. Entonces le dije: que dejáramos las cosas así,  Él me pidió perdón, me rogó que no me enojara, que al siguiente día, el jueves, en las horas de la mañana, con seguridad pasaría por mi oficina.

(No puedo con la gente incumplida, Esto,  para  mí, es una falta de respeto total. La gente juega con el tiempo, con la vida, con los compromisos de los demás, sin importarles nada y ésta faceta de este Señor no me gusto. ¡Me desilusionó!) Bueno, sigo mi relato:

  Llegue a la oficina faltando cinco minutos para las diez. Ese día no manejé. Mi conductor, que ha aprendido toda mi etiqueta, me abrió la puerta de cristal para que yo pasara, y siguió un paso atrás de mí. Vi a Zoe  que me esperaba, la saludé y le pregunté si el Señor había llegado. Me dijo que había llamado y que no demoraba en llegar. Le dije, entonces, que cuando lo hiciera, lo pasaran a mi oficina directamente. 

Cuándo subíamos las escaleras, dijo: “Hay un Señor, que la está esperando hace ya un rato,  según me dijo Gloria”.   Le conteste: "No lo vi.”

Estando en la oficina. Gloria me aviso que el Señor que había estado esperándome, era el que tenía la cita conmigo, que ya lo hacía pasar.  

¡Hola amiga, me sentí morir!

(Otra coincidencia) Ese señor era el mismo del Volkswagen. Me dio la mano y me pasó su tarjeta de presentación. Su saludo, fue firme, fuerte pero al mismo tiempo delicado, y yo, estaba completamente sorprendida, no había dicho media palabra. El, manejó muy bien la situación, como si nunca nos hubiésemos visto, como si me acabara de conocer. ¡Lo único que te digo, es que si hubiese estado de pie, me había caído! No sé de qué color me puse, pero el corazón iba a mil por segundo, y antes de que él tomara asiento sin pensarlo y de manera espontánea, y precipitada, Le dije: "Yo lo conozco. Usted tiene un Volkswagen, escarabajo azul" "Él dijo, sí" Se sonrió y graciosamente. Dijo: "¿Me estaba siguiendo?  "Solo sonreí”…

Estaba desconcertada, de ver que el de la voz bonita  y el Señor del Volkswagen, que me había llamado tanto la atención, eran la misma persona.

Hubo un gran silencio entre los dos. Simplemente nos mirábamos. No sabíamos por dónde empezar hablar de lo que él esperaba y yo, le ofrecía.  

Observe sin que se diera cuenta, la tonalidades cambiantes de sus ojos, azules, grises, miel, verdes. Cambiaban, según hablaba. Se encuentran en ellos,(aún ahora), todos los tonos del arco iris. Su pelo de corte moderno, castaño claro. Me pareció muy delgado, estaba bien vestido y elegante, pero sencillo, nada ostentoso, muy simpático, pero tenía afán. Tenía otra cita. ¿Verdad o mentira? No lo sé. Esto no me gustó, ya que para una conversación inicial de negocios, la entrevista, tiene que ser lo suficientemente larga para poder conocer los pormenores de un posible acuerdo. (Segundo error de el).

Mi oficina es agradable, bonita y con una linda y suave música de fondo, donde esta conversación,  se había podido realizar con mucha tranquilidad y calma. Pero no, no se pudo, pues tenía afán y fue muy poco lo que se adelantó, aunque se le vio interés, en el puesto y en la labor que tenía que realizar.

  Como te dije antes,  eso no me gusto.

Tenía todo lo que un Representante, debe tener.   Y en el cual, yo iba a poder confiar. (Me inspiraba confianza) Pero tenía un gran defecto. Su incumplimiento, su afán.

 Cuando él se fue, yo me quedé  pensando, en esa cadena  de acontecimientos que  nos estaba uniendo.  

Seguía, en mi mente, la idea de que yo ya lo conocía.

 No solamente por esta coincidencia de que el Señor de la voz bonita y que deseaba  trabajar en mi compañía y el del coche Volkswagen, eran la misma persona. Sino también, por todas las demás, grandes o pequeñas. 

Sigo contándotelas. Algo nos unía.

 No me volví a preocupar. Él se hizo cargo de todas  mis relaciones comerciales y profesionales.

(Seguían las coincidencias) Un día cualquiera,  me contó que su hermana, que era Médica. Resulto, que se  había graduado con mi hermano, en la misma Universidad. Su tía, había sido mi profesora. Su sobrina era amiga de mi sobrina, cantaba con uno de  mi hermano, en el coro de la Iglesia y además, conocía, como cosa rara, a todos los demás miembros de mi familia.   Y nosotros, nunca nos habíamos visto, ni nuestra vidas se habían cruzado.

Después de semejante sorpresa quedé anonadada, Nuestras vidas se habían desarrollado en los mismos campos, en los mismos lugares y no nos habíamos conocido. Y ahora, el destino nos unía.

 A todas partes íbamos  juntos. Tenía la estrategia adecuada para todo. Las entrevistas eran más frecuentes y los negocios se multiplicaban. ¡Era esto, maravilloso!
Pasaron los días, los meses y poco a poco esta relación comercial y de negocios,   se fue convirtiendo en una linda historia de amor. ¡Era una hermosa realidad!.

 Caminábamos siempre en el mismo sentido. Estábamos de acuerdo en todo, nos gustaba lo mismo, nuestros sueños eran iguales.  

Pero así, como comenzó, se terminó. ¿Recuerdas lo que te conté al principio, sus afanes, su incumplimiento. Que no me gustaban? Ahora era peor. Comenzaron, sus celos, ese deseo de controlarme, ese deseo de tener de una manera total las riendas de mi vida y no lo soporte. Y un día cualquiera, se lo hice saber y le puse punto final a lo que fue un lindo sueño Una hermosa realidad.

No lo acepto... Lucho por todos los medios para que volviéramos a empezar y no consiguió que en mi floreciera de nuevo, la ilusión, el amor y la confianza.

¿Entonces? Un día cualquiera desapareció.  Años después, supe que estaba en su país natal. En una casa rural, convertido en un campesino y solo, completamente solo. Yo también estoy sola, pero sigo mi vida. Lo recuerdo. Pero no hay dolor en mí. Éramos iguales o casi iguales. Pero muy distintos. 

¡No era mi sueño!

 Ahora, después de tanto tiempo, esta acá. Nos hemos vuelto a encontrar. Y los recuerdos de ese entonces, nos hacen sonreír. Solo, son recuerdos y  nada más.

Todo en la vida llega y a todo, le tenemos que decir adiós. 

                           María An   
    Jueves 17 d Enero de 2013 
 Relato de  Eva






miércoles, 9 de enero de 2013

MI FIESTA DE CUMPLEAÑOS




MI FIESTA DE  CUMPLEAÑOS

"Historia Real "


Hoy estoy recordando otro de mis cumpleaños.

Es un cumpleaños que me marco y dejo un recuerdo en mí.

En la Hacienda de mis padres, lo celebre con un grupo de amigos. Era algo muy diferente, y me pareció muy agradable y original pasar unos días  el campo.

 Ya allí, se organizó un programa de actividades, para llenar el tiempo que pasaríamos en ella y aprovechar todo lo que el campo nos ofrecía, para una muy agradable estancia. Todos éramos citadinos y todos, queríamos aprender mucho. 

Como era ya tarde, nos dispusimos a descansar para comenzar el programa que habíamos planeado para el día siguiente.

Esa Noche fue de sorpresas para mí. Mi alcoba la llenaron de rosas, de margaritas, de música muy suave y de perfumes campestres que han quedado en mi subconsciente, para siempre. Al amanecer todos, en compañía de un grupo musical, me cantaron las mañanitas y el sueño, quedo olvidado.

El primer día de ocho, que pasaríamos allí:

Saldríamos a cabalgar temprano conoceríamos todo el valle hasta llegar al río.

Allí, nos bañaríamos, almorzaríamos y luego, a cabalgar, río arriba. Para regresar temprano,  descansar en la casa alrededor de una fogata; escuchar a los trabajadores cantar sus canciones campesinas y luego, a dormir.

Todo el plan ya establecido se comenzó a realizar:

 Los caballos, las risas de los novatos el susto de algunos, la exigencia de otros y la valentía de todos.

Todo estaba saliendo muy bien. Pero de un momento a otro, las cosas comenzaron a cambiar:

Salimos en los caballos, recorrimos  el valle, llegamos al río, que es hermoso, sereno, cálido, cristalino y todos nos convertimos en grandes expertos en  el arte de nadar y de bucear. (Ninguno lo hacía bien, pero entre risas y juegos, lo pasamos de maravilla)

 Como era todavía temprano, no quisimos almorzar y volvimos a los caballos.

Entonces. Nos fuimos río arriba y al regreso, quedamos en que comeríamos. Y, ya, sería la hora de volver a la casa de la hacienda.

  Bueno, cuando menos lo pensamos, estábamos entrando a un cañón. Allí, había un letrero con una flecha que señalaba e indicaba que más arriba había una cascada y un lago natural.  Todos nos llenamos de curiosidad y nos internamos en esa cañada que poco a poco, se iba haciendo estrecha y aunque a nosotros, nos parecía que el terreno era completamente plano, el cielo se veía más alto y las paredes del cañón más empinadas y así, comenzó nuestra aventura, río arriba.

Mientras avanzábamos entretenidos, no nos dimos cuenta que las paredes de esta cañada, eran cada vez  más horizontales y que se oscurecía, poco a poco el entorno. Que el río se estrechaba, pero aun así, era más caudaloso y rápido. El río no estaba sereno… Rugía, mostraba su fuerza… Pero seguíamos adelante… A todos,  se nos había  metió en la cabeza, que temíamos que conocer la cascada y el lago y seguíamos con la esperanza de que pronto la veríamos.

Pero como iba cambiando el paisaje, íbamos cambiando nosotros… Nadie hablaba. Ninguno de nosotros nos mirábamos, solo seguíamos como hipnotizados, hacía adelante. Creo que ninguno pensó en dar media vuelta y regresar. Algo paso. 

Entonces, alguien, no se quien, dijo: Regresemos, devolvámonos. Todos estábamos muy nerviosos. No hablábamos. Dimos media vuelta y comenzó el regreso.  Algo ocurría. Algo ocurrió en ese cañón. Al entrar, el tiempo trascurría de manera normal, ahora, ya habían pasado las horas, la tarde estaba llegando  y no encontrábamos el punto por donde habíamos entrado a la cañada, ni tampoco el letrero.  Los caballos estaban cansados y se les notaba la fatiga y los nervios. Estaban briosos. 
   
 Pero nada cambió. La cañada, mostraba el mismo panorama. Pared, a un lado y al otro, completamente horizontales. Era imposible subir con los caballos o sin ellos. No se veía un solo árbol, solo rocas grandes, muy grandes y amenazantes.

Eran ya media  tarde y habíamos entrado a la cañada, más o menos a las diez y media u once de la mañana. ¿Donde estaba la cascada y el lago? Y ahora de regreso, ¿Dónde estaba el llano? No entendíamos nada de lo que estaba pasando.

Seguimos un rato más, hasta que por decisión de todos, ya que cada vez se hacía más tarde, dejamos los caballos para subir por un lado, que nos pareció un poco más inclinado, menos horizontal, con vegetación y creímos, que podíamos, despacio, subir caminando normalmente y alcanzar el borde de la barranca, que nos daba la impresión, de ser más baja.

¡Pero que equivocados estábamos!

Tres hombres tomaron la delantera, las mujeres iríamos detrás, (Éramos seis) y los cuatro hombres restantes, irían de últimos. Detrás nuestro, para protegernos.

 (Los de adelante, nos guiarían y los de atrás, nos protegerían) 

Al principio, no nos pareció como difícil, pero luego, la inclinación se perdió y se convirtió en una total pared y ya, no pudimos caminar normalmente. Tuvimos que comenzar a escalar. Todo el cuerpo iba pegado al barranco, al piso, nos sosteníamos de cualquier pequeña ramita que brotaba en aquella inhóspita vegetación y los pies no encontraban donde apoyarse. (Andábamos con las botas especiales para montar. Impropias para escalar) Cuando se encontraba un punto de apoyo, para subir, nos  resbalábamos y rodábamos  un buen trecho. Lo peor, no podíamos bajar tampoco. O subíamos o nos despeñábamos, porque no había ninguna otra alternativa.

 Era tan horizontal, que la cara, la cabeza, estaban pegadas, a la roca no podíamos levantarlas para mirar  arriba, o abajo; ni despegar el cuerpo del terreno y las ramitas, a las cuales nos agarrábamos, se quedaban en nuestras manos y volvíamos a rodar. Lo peor, los que iban adelante desprendían pequeñas y grandes piedras, que a veces, pasaban tan cerca de nuestras cabezas, que si no hubiésemos hecho, algún movimiento, seguro, se habían estrellado en nosotras.

 Era un pequeño o gran milagro, el que se producía. 

De pronto despegábamos la cara, la cabeza, de la montaña y pasaba la piedra, la roca,  entre el cuerpo y las piernas sin que nos hiciera daño. 

Claro que los de adelante, los que iban más arriba,  nos avisaban con un grito y los  que venían detrás de nosotras, a nuestros gritos, se ponían a salvo.

El terror se fue apoderando de todos. EI grupo, se dispersaba, se desorganizaba y los de adelante... Se rindieron.

Alguien dijo: "No puedo más, no puedo seguir". Me voy a dejar caer. 

Todos, nos quedamos callados. Luego, alguien más, llorando dijo: 

"No seguiré, no soy capaz, no tengo fuerzas, voy a soltarme".

Yo, que en toda la escalada, poco o nada había mirado a lo alto, aunque me había escapado de las piedras. Alcé los ojos y pude ver, el final de la pared de la que estábamos colgando.  El sol. El cielo azul, dándole  a esa escena dantesca, un reflejo de esperanza.

Entonces, yo, la más cobarde de todos, comencé con una letanía.

Al principio, pasito y lentamente. La falta de aire, y el miedo, no me permitían que fuera de otra manera. Luego, fui subiendo la voz y se fue haciendo más rápida, más fuerte, con un tono de absoluta seguridad y mando, que  hizo que  todos reaccionaramos.

¡No podía creerlo! El escucharme a mí misma, me sorprendía. Nadie volvió a decir nada. Solo mi voz se escuchaba, al gritar:

 "SI ALGUIEN SE CAE, TODOS NOS CAEMOS. SI ALGUNO SE SUELTA, TODOS NOS SOLTAMOS. TODOS TENEMOS QUE LLEGAR”

Todos seguimos…Yo seguía repitiendo mi letanía, mientras, las lágrimas corrían por mis mejillas. Los últimos nos alcanzaron, a las que íbamos en la mitad y nosotras, alcanzamos a los de adelante que estaban pendientes de que ninguno desfalleciera.

Mi voz seguía resonando en la cañada… No me cansé... Y poco a poco, fuimos llegando al borde. Cuando todos estuvimos juntos y nos abrazamos. Me desmaye.

Cuando volví en mí, todos estaban a mi alrededor. Todavía me abrazaban y yo… Seguía llorando.

 Algunos de los trabajadores de la finca estaban con nosotros, nos habían encontrado.  Nos montaron en sus caballos y así, nos llevaron la casa.

Estábamos completos. Ninguno faltaba. Muy aporreados, heridos, mal trechos pero todos vivos y felices de estar juntos. Yo, ¡Pobre de mí! No paraba de llorar.

(Desde entonces, todos mis amigos, me creen muy valiente. Pero no… Mi único secreto es ese… ¡Soy la chica más cobarde que existe! Pero no lo digan ¿eh?…)


Segunda Parte:

Cuando llegamos a la hacienda. Un médico de una finca vecina, nos curó todos los rasguños y nos dio calmantes para los nervios. Comimos. Nos bañamos. Pero lo que menos queríamos hacer, era dormir. No queríamos descansar. Además, todos hablábamos. Nos preguntaban. A veces, no entendíamos, lo que nos preguntaban.

 Y las pregunta estrellas eran y siguen siendo…. ¿Qué había pasado? ¿Qué nos había pasado? Contamos nuestra historia. Todos hablábamos a la vez. 

No nos entendían, y volvíamos a repetir. Se miraban… Nadie decía nada, todos se quedaban callados. Se volvían a mirar, como si no entendieran nada. Nada. 

Entonces, nos dejaron solos, para ir un grupo, a buscar nuestros caballos. Recuerden que habían quedado abandonados en la cañada y esto, lo intentarían antes de que cayera la noche.

Esa noche, aunque algo inquietos y doloridos, pudimos dormir.

 Al día siguiente, en el desayuno, los mayordomos, nos contaron que para entrar al cañón que nosotros describíamos,  era necesario ir río abajo, por lo menos dos jornadas, (2 días). Por lo cual, no se explicaban por donde  lo habíamos tomado. Esto nos dejó sorprendidos. Les comentamos de nuevo, que solo tuvimos que cabalgar media hora, para encontrar el río a ras con la llanura. Donde nos habíamos bañado y luego,  cogimos río arriba y  a una media hora, llegamos al sitio donde el letrero, nos indicaba el camino para llegar a la cascada y al lago natural. 

No lo crían, pues para ellos, esto era completamente imposible.

Al rato, llego una Señora campesina, nos miraba y nos preguntaba que sentíamos, que habíamos visto, entonces, de nuevo, contamos todo. No nos dijo nada. Solo repetía: "Ese río está encantado".

Luego de un largo silencio. Comenzó su relato: “Hace muchos años, quizá, un siglo. Esa cañada no existía. El río estaba a ras con todo el llano y era el lindero con la finca vecina. Sigue siéndolo, pero, convertido en esa cañada. (Ahora nosotros éramos los que  no entendíamos.)

 Siguió su relato: Por una gran desgracia, el río desapareció un tiempo. Luego, después de un terremoto, volvió a aparecer, pero ya no igual a como era. Ya, era una cañada. “La cañada del diablo”. Nadie, se atreve a aventurarse en ella. Y más, que solo se pode tomar por un punto llamado la cruz.  Dicen… Los que lo han hecho, que se oye el llanto de una mujer y los gritos desesperados de dos hombres, que  parecen, rugidos de lenes. Y luego… Las aguas del río, se vuelven rojas, como si fuera sangre.

Esto ocurrió, cuando los dos hermanos, dueños de las  fincas, se mataron en el, por el amor de una mujer campesina.

El lugar por donde Uds. dicen, que comenzaron a remontar el río, no existe. 

Por la parte que Uds. subieron. (Tomando el camino correcto,) es la  más profunda y oscura de la cañada. Pero para llegar a ella, se tiene que entrar  por el punto de la cruz, de lo contrario no se puede. Para llegar,  se debe  recorrer (Ya lo saben) dos jornadas a caballo seguidas y entrar a la hacienda vecina para subir hasta la cascada y el lago. Pero nadie ha llegado a ellos.”

(Ese lugar solo era de la mujer campesina y sus dos amantes).

Se quedó callada y no hablo más.  

Le pedimos que nos contara algo de esa historia. De los amores de esa mujer campesina y esos dos caballeros. Pero solo nos miró, se sonrió y dijo: "Yo soy la biznieta de ellos... De uno de ellos" y se marchó.

Solo en la tarde de ese día, los empleados llegaron con nuestros  caballos.

Ningún quiso hablar de Doña Carmela y menos, de su historia.

Llegó el domingo y regresamos a la ciudad. Todos, olvidados nuestra aventura, de cumpleaños y dimos gracias a Dios, por haber regresados bien.
Eva
Miércoles, enero 9 de 2013

Derechos de Autor Reservados




miércoles, 2 de enero de 2013

DIALOGO CON MI ALMA



CARTAS QUE NUNCA LEERÁS"




DIALOGO CON MI ALMA (I)

Han pasado  muchos años… Muchos…

Alma mía… Sé que te he tenido abandonada y aun así, sigues soñando, amando, luchando por encontrar, la felicidad, por remontar el cielo, ese cielo, que tú y yo, en alguna oportunidad, creamos, construimos y que soñamos que sería nuestro, solo nuestro.

Estás sola, perdida en mi olvido… herida… asumiendo  mi  dolor, asustada esperando.   Solo esperando… Solo esperas… que llegue el día, en que yo te busque  y hablemos de nuevo… 

Hoy…Cuando el tren de mi vida hace una parada, en esta estación fría y solitaria, con  una sensación de irrealidad, de derrota, tú me esperas, como siempre. Esperando a que te busque. Ya no esperes más alma mía. Ya, estoy aquí.

Alma mía, aquí estoy: Con mis manos vacías. Sin sueños. Sin realizaciones. Sin esperanzas. Sin proyectos. Convertida en un robot, casi perfecto. ¿O es que soy un robot, que me creo humana y que,  que tengo alma? ¿Tú?

Alma mía: Te he encontrado de nuevo. No por haberte perdido, sino por haberte abandonado. Porque día a día, la vida me hacía olvidarte. Porque, día a día iba perdiendo la esperanza. Porque el viaje de mi vida, me llenaba de soledades, de desengaños, de desilusiones. Porque día de día, iba  pierdo la fe, en todo lo que me rodeaba. Porque, el dolor me llenaba de oscuridad, de tristeza y de desolación. Alma mí, este es mi regalo de viaje... Nada…Nada…

Volveré al tren. Al tren de mi vida. Seguiré viviendo…Volveré, a vivir como un  robot, como un payaso.  ¡Feliz!. ¡Feliz!...

 Seguiré luchando, en este mundo, que día a día, es más hostil, más cruel, más duro e indiferente. Más materialista…  

¿Sabes? Estoy cansada, muy cansada…Alma mía…

Pero quiero que seas libre… No sufras alma mía, por mí. Vuela tu, triunfa tú, sueña tú, ama tú. La vida me ha negado a mí, todo… Pero tú, independientemente, puedes  vivir. ¿Como?…Como soñamos juntas vivir.  Alma mía... Alma mía… Puedes ser feliz...

 Estoy cansada... Adiós.

  Mar

Miércoles, 2 de Enero de 2013        
Derechos de Autor Reservados