Historia de Amor
"COINCIDENCIAS"
Hola amiga:
Nuevamente estoy acá y voy a contarte
algo muy especial que me ha pasado.
Era martes trece. La mañana estaba hermosa, el
sol salía por el oriente, mientras la luna se ocultaba por el occidente.
Días antes, de esto tan raro que he
vivido. Ya había tenido una experiencia muy especial.
Se me presento la oportunidad de
hablar con un hombre encantador. (Por motivos solamente de negocios, de trabajo)
Pero el sonido de su voz era dulce, tierno, cariñoso, amable, inteligente, fino.
En su vocabulario demostraba que era todo un caballero. Era, como un ser irreal. Auténtico,
franco, sencillo, fresco. No lo sé. Su voz, era como un murmullo que
arrullaba, calmaba. Cada problema, aunque fuese comercial, parecía fácil. Toda palabra tenía vida propia, y brillaba
cada una de ellas con su propia luz. Te imaginas amiga? ¿Cada palabra brillando
con su propia luz? ¡Y lo que ocurriría esa mañana, sería más espectacular. Más
increíble!
Salí en el coche para hacer una
vuelta relacionada con mi trabajo, que tenía pendiente. No me demoré en ella y
se me ocurrió, ir por mi amiga y Secretaria. Como estaba tan lejos de donde
ella vivía, lo tome como un paseo.
Faltaban unas cuantas cuadras para
llegar a la casa y tome la avenida. Iba escuchando música y pensando en ese
hombre, que conocería al día siguiente.
Como te contaba:
Cogí la avenida. Es la de tres carriles. Todos los coches que estaban
al lado y lado del mío, me dejaron y me tocó el semáforo.( Iba por el carril central para seguir derecho) Los carriles de los lado,
tú conoces el camino. Uno, es para voltear a la izquierda y el otro, para
voltear a la derecha. El de la derecha, estaba vacío.
Callada, preocupada, un poco
elevada. No me di cuenta que al carril de la derecha, llegó un carro
Volkswagen, el llamado escarabajo. Azul, igual al color del mío. El señor que lo manejaba, me miraba. Yo
también lo mire y pensé: ¿Un escarabajo? Debe de ser coleccionista, pues éste coche
ya lo dejaron de fabricar y se está convirtiendo en un clásico.
Sentía que me seguía mirando. Y ya,
no pude quitar los ojos de él. Pensé: A este señor lo conozco. ¿Pero dónde? ¿En
la TV? ¿En el Periódico? ¿En un centro comercial? ¿En dónde? Él, no había
dejado de hacerlo. El semáforo cambio. Volteó sin dejar de mirarme y yo seguí
derecho. Pensé: Tiene clase y nunca nos volveremos a ver, que lástima. Pero lo
que pasó en mí, no era natural, quedé con un sentimiento muy especial, muy
raro. Pero nunca sabría quién era el.
Ahora, no solo estaba preocupada por el
encuentro con el Señor, el de la linda
voz y con el que solo había hablado de temas comerciales y de negocios. Sino también, por este otro
hombre, que sin ser lindo, pero si, elegante y con unos ojos de todos los matices del arco iris,
como el cielo de esa mañana, me había dejado intrigada.
¿Qué me estaba pasando? Con el primero, nuestra relación sería
únicamente de negocios, si me gustaba su desempeño en la entrevista
reglamentaria. Ya su hoja de vida la conocía. El, había contestado el anuncio
que yo publiqué en el diario, buscando un Representante Profesional, y él era el único con esta profesión.
(Primera Coincidencia) Lo escogí. Tal
vez, su voz influyó en ello. La casualidad de que su cumpleaños fuera el mismo
día que el mío,(Otra coincidencia) había nacido a la misma hora y el mismo año,
pero un país muy distante. Además, su
preparación era inigualable. Su
gentileza y elegancia al hablar, era precisamente lo que yo estaba buscando.
¿Te fijas?
Lo que te decía al principio: ¿No te parece
esto muy irreal? Pero no era mí imaginación. Era algo que estaba ocurriendo y
yo, no me explicaba el por qué. No lo entendía en ese momento y menos ahora,
después de todo lo ocurrido.
Bueno.... Sigamos con el cuento.... El Señor del Volkswagen
azul quedó atrás, pues tenía que ser realista, ser consciente, de que no lo
volvería a ver, que la sensación que me produjo en el instante que se cruzaron
nuestras miradas, no era nada, solo una sensación agradable y nada más.
Recogí a mi amiga y nos concentramos en lo que íbamos hacer. Iríamos al restaurante donde nos prepararían el
desayuno ejecutivo para el día siguiente recibir, a todos los candidatos escogidos.
Estaban citados para la misma hora, ya que se recibirían a todos a la vez y
desayunaría con ellos.
Luego, a la oficina. Haríamos las
llamadas que necesitábamos y ya, quedaríamos libres para ir almorzar.
Pero ahí comenzó, sin que lo supiéramos, ni el, ni
yo el principio del fin. (Solo el destino.)
A las diez, hora del desayuno, todos los otros
candidatos llegaron menos él. Si, llamo, y se disculpó, diciendo que a última
hora había hecho una cita, con un cliente suyo. Entonces le dije: que
dejáramos las cosas así, Él me pidió
perdón, me rogó que no me enojara, que al siguiente día, el jueves, en las
horas de la mañana, con seguridad pasaría por mi oficina.
(No puedo con la gente incumplida, Esto, para mí, es una falta de respeto total. La gente
juega con el tiempo, con la vida, con los compromisos de los demás, sin
importarles nada y ésta faceta de este Señor no me gusto. ¡Me desilusionó!)
Bueno, sigo mi relato:
Llegue a la oficina faltando cinco minutos para las diez. Ese día no
manejé. Mi conductor, que ha aprendido toda mi etiqueta, me abrió la puerta de
cristal para que yo pasara, y siguió un paso atrás de mí. Vi a Zoe que me esperaba, la saludé y le pregunté si
el Señor había llegado. Me dijo que había llamado y que no demoraba en llegar.
Le dije, entonces, que cuando lo hiciera, lo pasaran a mi oficina directamente.
Cuándo subíamos las escaleras,
dijo: “Hay un Señor, que la está esperando hace ya un rato, según me dijo Gloria”. Le conteste:
"No lo vi.”
Estando en la oficina. Gloria me
aviso que el Señor que había estado esperándome, era el que tenía la cita
conmigo, que ya lo hacía pasar.
¡Hola amiga, me sentí morir!
(Otra coincidencia) Ese señor era
el mismo del Volkswagen. Me dio la mano y me pasó su tarjeta de presentación.
Su saludo, fue firme, fuerte pero al mismo tiempo delicado, y yo, estaba
completamente sorprendida, no había dicho media palabra. El, manejó muy bien la
situación, como si nunca nos hubiésemos visto, como si me acabara de conocer.
¡Lo único que te digo, es que si hubiese estado de pie, me había caído! No sé
de qué color me puse, pero el corazón iba a mil por segundo, y antes de que él
tomara asiento sin pensarlo y de manera espontánea, y precipitada, Le dije: "Yo
lo conozco. Usted tiene un Volkswagen, escarabajo azul" "Él dijo,
sí" Se sonrió y graciosamente. Dijo: "¿Me estaba siguiendo? "Solo sonreí”…
Estaba desconcertada, de ver que el
de la voz bonita y el Señor del Volkswagen,
que me había llamado tanto la atención, eran la misma persona.
Hubo un gran silencio entre los
dos. Simplemente nos mirábamos. No sabíamos por dónde empezar hablar de lo que
él esperaba y yo, le ofrecía.
Observe sin que se diera cuenta, la
tonalidades cambiantes de sus ojos, azules, grises, miel, verdes. Cambiaban,
según hablaba. Se encuentran en ellos,(aún ahora), todos los tonos del arco
iris. Su pelo de corte moderno, castaño claro. Me pareció muy delgado, estaba
bien vestido y elegante, pero sencillo, nada ostentoso, muy simpático, pero tenía
afán. Tenía otra cita. ¿Verdad o mentira? No lo sé. Esto no me gustó, ya que para
una conversación inicial de negocios, la entrevista, tiene que ser lo
suficientemente larga para poder conocer los pormenores de un posible acuerdo. (Segundo
error de el).
Mi oficina es agradable, bonita y
con una linda y suave música de fondo, donde esta conversación, se había podido realizar con mucha
tranquilidad y calma. Pero no, no se pudo, pues tenía afán y fue muy poco lo
que se adelantó, aunque se le vio interés, en el puesto y en la labor que tenía
que realizar.
Como te
dije antes, eso no me gusto.
Tenía todo lo que un Representante, debe tener. Y en el cual, yo iba a poder confiar. (Me inspiraba
confianza) Pero tenía un gran defecto. Su incumplimiento, su afán.
Cuando él se fue, yo me quedé pensando, en esa cadena de acontecimientos que nos estaba uniendo.
Seguía, en mi mente, la idea de que
yo ya lo conocía.
No solamente por esta coincidencia de que el Señor
de la voz bonita y que deseaba trabajar
en mi compañía y el del coche Volkswagen, eran la misma persona. Sino también,
por todas las demás, grandes o pequeñas.
Sigo contándotelas. Algo nos unía.
No me volví a preocupar. Él se hizo cargo de
todas mis relaciones comerciales y
profesionales.
(Seguían las coincidencias) Un día
cualquiera, me contó que su hermana, que
era Médica. Resulto, que se había
graduado con mi hermano, en la misma Universidad. Su tía, había sido mi
profesora. Su sobrina era amiga de mi sobrina, cantaba con uno de mi hermano, en el coro de la Iglesia y además,
conocía, como cosa rara, a todos los demás miembros de mi familia. Y
nosotros, nunca nos habíamos visto, ni nuestra vidas se habían cruzado.
Después de semejante sorpresa quedé
anonadada, Nuestras vidas se habían desarrollado en los mismos campos, en los
mismos lugares y no nos habíamos conocido. Y ahora, el destino nos unía.
A todas partes íbamos juntos. Tenía la estrategia adecuada para todo.
Las entrevistas eran más frecuentes y los negocios se multiplicaban. ¡Era esto,
maravilloso!
Pasaron los días, los meses y poco
a poco esta relación comercial y de negocios, se fue convirtiendo
en una linda historia de amor. ¡Era una hermosa realidad!.
Caminábamos siempre en el mismo sentido. Estábamos
de acuerdo en todo, nos gustaba lo mismo, nuestros sueños eran iguales.
Pero así, como comenzó, se terminó. ¿Recuerdas
lo que te conté al principio, sus afanes, su incumplimiento. Que no me gustaban?
Ahora era peor. Comenzaron, sus celos, ese deseo de controlarme, ese deseo de
tener de una manera total las riendas de mi vida y no lo soporte. Y un día
cualquiera, se lo hice saber y le puse punto final a lo que fue un lindo sueño
Una hermosa realidad.
No lo acepto... Lucho por todos los
medios para que volviéramos a empezar y no consiguió que en mi floreciera de
nuevo, la ilusión, el amor y la confianza.
¿Entonces? Un día cualquiera
desapareció. Años después, supe que
estaba en su país natal. En una casa rural, convertido en un campesino y solo,
completamente solo. Yo también estoy sola, pero sigo mi vida. Lo recuerdo. Pero
no hay dolor en mí. Éramos iguales o casi iguales. Pero muy distintos.
¡No era
mi sueño!
Ahora, después de tanto tiempo, esta acá. Nos
hemos vuelto a encontrar. Y los recuerdos de ese entonces, nos hacen sonreír. Solo,
son recuerdos y nada más.
Todo en la vida llega y a todo, le
tenemos que decir adiós.
María
An
Relato de Eva