EL VIAJE
Capítulo 4 (El
final)
Como lo había pensado y planeado,
el médico, se reunió con sus colegas y
comenzaron la “charla” sobre lo ocurrido, con Manuela y Arturo, especialmente, sobre las
“rosas” ¿Cómo aparecían? ¿Cómo llegaban a las manos de Manuela?
Todos tenían opiniones diferentes
desde el punto de vista médico-científico, pero como psiquiatras y psicólogos,
se enfrascaron en la posibilidad de los fenómenos paranormales.
Algo conocido y estudiado por ellos,
pero, no divulgado. Ya que les daba temor ser rechazados por una parte de la
sociedad, (que por no conocerlo, lo rechazaban. Y otro, que les fascinaba este tema, pero que abiertamente, no lo reconocían) y así, llegaron al tema de la teleportacion psíquica.
Era la única, forma de explicarlos. Este fenómeno mental, es diferente a la telepatía.
A un que, van muy unidos. El uno: hace
que en equis lugar, aparezca algo físico, que no solo se ve, sino que también,
se puede palpar y es real. La otra, comunica algo: Un mensaje. Puede mostrar algo, que luego desaparece.
En estas divagaciones, este grupo
médico pasó un buen rato y llegaron a la conclusión, que tenían que conocer y
hablar con Arturo y Manuela y someterlos a varias pruebas, no podían, por
ningún motivo perder esta oportunidad.
Mientras tanto esta parejita, en
compañía de los padres de Manuela y la amabilidad “curiosa” de todos los amigos, guiaban a Arturo, para
sus citas con los oftalmólogos escogidos y la preparación para su operación.
Así paso el tiempo y llegó el gran
día de la operación, la cual, fue todo un éxito. La recuperación, la pasaría en
el Hotel con sus compañeros de viaje y sus representantes. Pero la familia de
Manuela no lo permitió y se lo llevaron a su casa, donde estuvo rodeado de
todas las atenciones posibles y su respectiva enfermera, que estaría pendiente
de él, las veinticuatro horas del día. Manuela, también estuvo a su lado y se
fueron acercando espiritualmente y en todo; sus gustos, sus lecturas, la
naturaleza, el campo, las artes, todo los identificaba. ¡MANUELA SE ESTABA
ENAMORANDO! No quería reconocerlo, pero se estaba enamorando. Arturo era
tierno, cariñoso, pero nada le decía sobre sus sentimientos.
Pasaron los días. La recuperación
fue rápida. El gran día llegó.
Manuela, estaba muy ansiosa, y en
todo este proceso, estuvo muy callada. ¿Qué podía decirle? Nada. Solo esperar y
nada más.
Él, cuando le quitaron las vendas,
se negaba, abrir los ojos. Barias veces el Doctor le dio la orden de que los
abriera y el, solo le apretaba las manos a Manuela.
Por fin hizo caso, y poco a poco se
fue acostumbró a la semipenumbra del consultorio y por sus mejillas corrieron
una lágrimas de felicidad, al poder mirar a Manuela por primera vez.
Luego, le colocaron unas gafas
oscura, especiales y fueron poco a poco, iluminando el consultorio, primero con
luz artificial y luego, todo volvió a quedar a oscuras para comenzar a dejar
que la luz de la tarde invadiera el ambiente, muy despacito. Arturo no soltaba
las manos de Manuela y ninguno de los dos, pronunciaba palabra. El silencio era
total. Solo se escuchaba la voz del galeno y la respiración de todos,
(enfermeras médicos y la de ellos dos) Todo salió bien. Y por fin, todos
hablaron, rieron y se abrazaron. ¡La operación había sido todo un éxito!
¡Arturo, podía ver!
Arturo, acabo de pasar su
recuperación en la casa de Manuela. Estaba rodeado del cariño y del afecto de todos.
Manuela y Arturo, siempre estaban
juntos y se veían felices. ¡Estaban enamorados!
Jaime, el médico, estaba detrás de
ellos, quería que se sometieran a todas las pruebas que él y sus colegas habían
preparado. Querían descubrir cuál de los dos, era dueño de esta capacidad
psíquica, o si era los dos y como se producía o la producían.
Ellos huían de este examen y solo
reían de Jaime y su curiosidad.
Arturo hizo un nuevo retrato de
Manuela, Otra exposición, que fue todo un éxito. Y llego el momento del regreso
de Arturo. Tenía que regresar.
Entonces, se habló de un
compromiso, y de un próximo viaje de la familia de Manuela, a conocer la
familia de Arturo.
Para todos, la vida volvió a su
cotidianidad. Arturo, en su País, en su Ciudad, Manuela, siguió sus estudios de
pintura, sus amigos perdieron interés en la pareja. Su familia comenzó a
preparar su viaje para el verano. Manuela y Arturo se comunicaban a diario y
sus planes futuros, cada vez eran más firmes. ¡Estaba felizmente enamorado!
El médico, Jaime, ¿lo
recuerdan? Era el único inquieto, con
sus compañeros psiquiatras y psicólogos y vivían pendientes, de Manuela y
Arturo. Esto divertía a la enamorada parejita, que cada vez que podían, le
hacían saber de sus comunicaciones “telepáticas” y nuevas apariciones de las
rosas, (claro está, que Arturo, ya las
mandaba por medio de una floristería) pero se ponían de acuerdo, para hacerle
bromas, cuando el médico, iba de visita a la casa de Manuela.
Recordemos, que Jaime, se había
prometido, primero, no dejarse enloquecer de estos chicos y segundo, investigar más sobre este fenómeno.
Que a la larga lo tenía fascinado a él y a
sus compañeros y estaba empeñado a conseguirlo. Pero, esto es tema para otro cuento.
Luego se los contaré. ¿Eh?
Eva
Sábado, 7 de junio de 2014.
.
Derechos de Autor Reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario