EL VIAJE
Capítulo 3
Manuela cerró de nuevo, los ojos. Esto
le parecía un sueño, una pesadilla. No entendía nada.
Se repuso un poco y en compañía, de
sus padres y amigos se retiró de allí. No vio a Arturo.
Luego supo lo que paso. Todos los
invitados, al desmayarse, se preguntaban, quien era ella, para que el maestro, hubiese corrido a tomarla en sus
brazos. ¿Cómo era que sin ver, pudo
guiarse hasta dónde estaba?
Entonces, se dieron cuenta que era
la modelo del cuadro y todos se abalanzaron sobre ella, para pedirle autógrafos
y fotos.
Al estar desmallada, lo que
necesitaba era aire. El maestro, consciente de ello, los retiro de allí. Por eso, no la vio al
salir con sus padres.
Ya en casa y muy confundida, se
preguntaba. ¿Cómo la descubrieron? ¿Cómo supo el, que ella, era ella? La mamá,
le dijo: “Acabo de darme cuenta el por qué, él te reconoció. Si su sueño fue
tan real como el tuyo, (que tuvo que ser tan real, como para pintar el cuadro)
sintió tu perfume, ya que siempre usas el mismo y nunca lo cambias" ¿Y hoy? No lo
cambiaste. ¡Todo lo cambiaste, menos el perfume!
El médico y todos los que allí estaban, no sabían que
decir. Un detalle, que se puede calificar de pequeño, fue la clave para que el,
la descubriera. Pero había otro interrogante flotando en el ambiente. ¿Cómo la
pinto, aunque fuese en un sueño tan especial, siendo ciego?
El médico se despidió y dijo: Voy
hablar con él, es la única manera, de saber detalles de su sueño. No se puede
negar, por ningún motivo. Ya que tengo que velar por la salud mental de Manuela
y de todos nosotros.
Y como lo dijo, lo hizo. Llegó al
Hotel donde se hospedaba Arturo y subió
hasta su alcoba y allí, de manera más
reservada y más íntima, escucho la manera como había, el soñado y como se
había desarrollado dicho sueño.
El médico de Manuela, Jaime, era su
nombre (que dicho sea, no lo había
dado.) Le contó, con lujo de detalles, el sueño de ella.
El sueño de Arturo, (ya conocemos
el de Manuela) fue así, según lo contó a Jaime, (el Médico): “Él se encontraba
en el Palacio de Artes de su Ciudad,
salió de allí, vio en la plazoleta, sentada en el banco, frente a la gran
fuente a Manuela, (en sueños, él podía ver perfectamente)se sentó a su lado y comenzó, a ser los bocetos de su retrato, ella tampoco hablaba, el solo le
decía que mirara acá o allá. Ella, lo
obedecía y él le entregaba lo que iba pintando, luego, camino con ella de la
mano” Como podemos darnos cuenta, todo fue igual. Luego, no se volvieron a encontrar
y desde entonces, solo recordaba de ella, su perfume y nada más.
Cuando expuso en la galería del Gran
Hotel de su Ciudad, todos los que
asistieron a la inauguración, le hablaban de su modelo, pero él, nunca se
encontró con ella. Todos le comentaban que era igual y que estaba hospedada allí, que había
llegado en un crucero. La buscó pero lo que averiguo no le dio pista ninguna
para encontrarla y desde entonces, llamo a su obra, LA DESCONOCIDA.
De su modelo, solo recordaba su
perfume, su fragancia y nada más.
Y desde entonces, la buscaba y
desde entonces, buscaba recuperar la visión y por ello había viajado, a esta Ciudad,
(allí se encontraba uno de los mejores Oftalmólogos, del mundo) Él no sabía, que
la podía encontrar allí.
Para él fue una gran sorpresa, al
darle el autógrafo, sintió su fragancia y se arriesgó a coloca su nombre.
Jaime le preguntó: ¿Ud. como sabía
su nombre si en el sueños dice, que ella no hablo y ella, dice lo mismo? El
contesto: Porque en el Hotel estaba su nombre y el de sus padres en el registro
y me lo dieron, pero no me proporcionaron ninguna otra información.
El Doctor, estaba cada vez más
sorprendido y luego de un buen rato de estar callado, le dijo: ¿Quiere ir
conmigo a verla? Creo que a los dos, si hablan, les haría bien.
Así lo hicieron. Se reunieron todos
en la sala de la casa y hablaron sobre el tema central: El sueño.
Luego, sobre la vida de cada cual y
más tarde, se retiraron todos y los dejaron solos para que ellos dos pudieran
hablar e intercambiar recuerdos de todo lo que habían vivido, sin vivirlo, o lo
que habían soñado, sin soñarlo.
Se sentaron en el gran sofá frente la chimenea y allí, cada uno fue recordando
todos los detalles, hasta los más pequeños de su aventura y Manuela ya
tranquila y relajada, (pero todavía incrédula, de lo que vivía) comenzó a contarle de los cambios que había hecho para que nadie la reconociera como la
modelo del cuadro y se rieron juntos.
Ella, le exageraba y el, cada vez que paraba de reírse, le decía: Todo
lo cambiaste menos el perfume y volvían a reír y de pronto, se quedaban
callados mirándose y Arturo le decía: Te veo al mirarte, exactamente igual a
día en que hice tu retrato. Ella, solo callaba, como en el sueño, pero ahora,
lo sentía más cercano. Pero aun así, sentía miedo.
La velada termino, el medico llevo
a Arturo de regreso al Hotel y volvió al lado de Manuela.
La encontró más tranquila, más
serena y esa noche durmió bien sin sobresaltos.
Había un detalle, todavía, sin
resolver: ¿Cómo llegaban las rosas? Lo tendría que hablar con los dos y
averiguarlo. ¡Arturo y Manuela, lo iban a enloquecer! ¡Pero que lo averiguaba,
lo averiguaba!
Al día siguiente, más sereno, se
comunicó con otros psiquiatras colegas y quedaron de verse esa tarde, para
ponerlos al tanto de todo lo ocurrido.
Eva
Sábado, 24 de mayo de 2014
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