Buhardilla

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sábado, 10 de mayo de 2014



EL VIAJES
Capítulo 2

Manuela y los suyos, estuvieron de acuerdo y regresaron a su Ciudad. Lo ocurrido los llenaba de inquietud, pero los conceptos de los médicos era que en Manuela, no había nada anormal. Que los sueños, era lo llamado  en Psiquiatría: “Un sueño premonitorio”  o “percepción extrasensorial”.

 Pero lo raro era, que nada ni nadie, diera cuenta del artista y la aparición casual, de  la rosa roja que llegaba a ella, no con regularidad, pero si, una que otra vez y de manera, casi siempre inesperada.

Así paso  un año. Una que otra vez, volvía a soñar con su “artista” con Arturo. Cuando lo recordaba, buscaba su cara en todo hombre que veía. 

Estaba enterada de todas las noticias sobre los diferentes pintores y técnicas, y entonces, le pareció que lo mejor era aprender ella también a pintar y empezó tomar clases en el Palacio de las Artes de su Ciudad. 

Tampoco allí, encontró algo sobre su pintor.

Un día, cualquiera al salir de clase, vio un cartel donde invitaban a la inauguración de la exposición que se llevaría a cabo allí mismo, con artistas premiados en diferentes bienales y  concursos. Entre ellos, estaban varios de la ciudad donde había estado en el crucero y en la lista, vio el nombre: “El Pintor - Arturo”. El gran Pintor Arturo, que expondría fuera de su Ciudad por primera vez el cuadro de “LA DESCONOCIDA” con el que había ganado ya varios premios, por su técnica y la expresión tan real de la modelo, pero que nunca, en los dos años de haberlo pintado, lo había expuesto en ninguna parte, salvo en el Palacio de las Artes de su Ciudad.  

Todos los bosquejos que llevaba en las manos cayeron al suelo y al agacharse a recogerlos, estaban con una rosa roja. Muy asustada cogió sus papeles y salió de allí.

No pudo manejar su coche, y le pidió a un compañero, que encontró que la llevara a casa.

Esa noche le comento a sus padres, a  su médico  y  amigos y trazo un plan curioso, gracioso y muy detectivesco y comenzaría a llevarlo a cabo el día siguiente. Estaba muy nerviosa pero muy decidida. 

Se levantó temprano, ya que no había dormido bien. En los pocos momentos, que pudo dormir, siempre venía a su mente el rostro, dulce del artista, envuelto en una nebulosa, que no se  lo dejaba apreciar bien. 

Se fue directamente a la sala de belleza. Se hizo un nuevo corte, se cambió el color del cabello. Doro su piel y por último, se colocó lentes de contacto de un color diferente al suyo. (Nadie la podía reconocer, nadie de nuevo, le diría que ella, era la modelo del cuadro)

Ese tarde, cuando llegó a clase, ninguno la conoció. Eso era lo que ella quería. Cuando llego a casa, todos se sorprendieron y rieron. Ellos también, contaron sus planes. Ya tenían las invitaciones (era para poca gente y muy exclusiva) para el cóctel gala,  sus vestido, sus cámaras fotográficas, camufladas,  (ya que no eran permitidas) sus libretitas muy elegantes y finas para la pedida de autógrafos, y la pregunta adecuada para la rueda de prensa abierta.

La exposición era en dos días. Sus amigos, su médico, y familiares, tampoco habían perdido el tiempo ese día. Se prepararon bien.  Manuela, no hacía parte de este plan. Se limitaría a ir, acompañada de un amigo y nada más. 

Estaría en todo, pero  no haría parte activa de nada. Bregaría a pasar desapercibida para todo el mundo.  (Eso creía ella).

Su vestido era precioso. De un suave tono azul plomo, que según la luz, cambiaba de uno al otro y le hacía juego con su cabellera roja y sus ojos, casi del mismo color del vestido, más su piel dorada. Iba a verse muy bien, pero no era la Manuela que todos conocían y menos, que guardara algún parecido con la modelo del cuadro.  
  
Llego el día, llego la hora y Manuela, que todo el día había estado con los nervios, en su máxima expresión, estaba reposada y hasta callada. Salió, con su amigo Andrés con el cual, hacía una linda pareja. Todos los demás, ya habían salido y seguro, ya todos estaban en sus puestos. (Para todos ellos, era una gran y maravillosa aventura, tomada muy en serio)

Cuando Manuela y Andrés llegaron, ya iba a comenzar la rueda de prensa, pero, algo la estaba demorando, el Maestro Arturo, estaba algo retrasado.  ¡Por fin llegó! Manuela, estaba fría y  sentía, que se desmallaba. Todos sus “investigadores” la miraron y comprendieron que era él. ¡Que era el del sueño de su amiga! Y las  preguntas de sus amigos comenzaron: ¿Quién es la modelo?  ¿Por qué la llama la desconocida?

Sus respuestas fueron gentilmente contestadas y ceñidas, relativamente,  a la verdad que ellos conocían. “La modelo  es una chica soñada por mí y por ello, la pinte y por ello, es desconocida” ¿Alguna vez la ha buscado o casualmente, se han cruzado y se ha dado cuenta que es su modelo soñada? “Si… Pero no la vi, ni ella me vio” ¿Si la viera, la reconocería?

 (Todas estas preguntas no fueron hechas, una seguida de la otra) Estaban tan bien preparados, que parecían Periodistas de verdad, aunque todo el mundo podía preguntar.  Era una entrevista abierta para los medios y el público en general.

La respuesta a esta última pregunta hecha, por uno de los conocidos de Manuela, dejó a todo el mundo callado y en silencio. Para luego, retumbar en el salón, el sonido de los aplausos, que todos los presentes le brindaban de pie.

La respuesta fue sencilla y adornada con una encantadora sonrisa: “Si la reconocería, pero no podría verla porque soy ciego” 

Con esta respuesta, ninguno otro pregunto nada y todo el mundo se organizó para pedirle un autógrafo o simplemente felicitarlo.

Manuela estaba clavada en su asiento y no hablaba, estaba igual de muda como en sus sueños. El medico amigo de la familia, estaba al pié de ella y la atendía. Por fin pudo pararse y de la mano de Andrés salió al jardín y allí, con la brisa, se repuso  del impacto tan grande que acababa de sufrir.

Alguien se arrimó a la pareja y les dijo: ¡No se queden sin el autógrafo! ¡Ese hombre es una maravilla! Manuela y Andrés se miraron y se dirigieron al salón, no podían ser ellos los únicos que no lo hicieran. Los demás, se habrían dado cuenta de ello  y se interpretaría mal. 

Ya estaba terminando, cuando Manuela llego al frente de él  y le dijo: Por favor Maestro, ¿Me firma su retrato y mi libreta? Él tomó, las dos cosas a la vez, como si pudiera ver perfectamente, hizo una pausa y escribió: Para Manuela, mi modelo, con amor. Lo mismo hizo con la pequeña y linda libreta y se la entrego. Pareció por un instante, que la miraba, le sonrió y le dijo gracias. Ella le contesto: A Ud. maestro.

Pero era que no había visto, lo que él había escrito.

Al retirarse, con su amigo Andrés,  lo leyó y se desmayó.  Cuando volvió en sí, estaba en los brazos de Arturo,  rodeada de todos los suyos y de todos los invitados. 

Eva

Sábado 10 de Mayo de 2014
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