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HORA, NADA MÁS
Capítulo
III
Salieron del bote, se cambiaron la ropa por la que ya les
tenían preparadas los pescadores.
No podían llamar la atención y menos, dejar al
descubierto que eran extranjeros.
Tomaron las canastas
con pescado y con las cabezas agachadas y con paso rápido y se dirigieron a la
ciudad.
A cada lado de ellos,
iba un pescador y el reloj corriendo.
¡Por fin llegaron!
Era una casa muy
grande, antigua y ahora, derruida.
Parecía abandonada, pero no. Se veía movimiento en ella.
Tocaron a la gran
puerta y esta, rápidamente se abrió. En silencio los cuatro pescadores entraron
y caminaron al lado del hombre que les abriera.
Totalmente vestido de blanco.
Totalmente vestido de blanco.
Los guió hasta una sala muy
grande, muy elegante pero derruida. Se dirigió a una de las cortinas de una gran ventanal, la toco y una puerta ancha, muy ancha se abrió en la pared. Ese
pasadizo o corredor, se veía muy iluminado y muy limpio. Entraron los cuatro
pescadores y caminaron para encontrarse con un gran laboratorio.
El hombre que allí los
esperaba, los saludo muy amablemente y los dos pescadores, acompañantes, lo
llamaron por su nombre. Ellos, eran también Médicos.
El Dr. jefe, hablo con
el Dr. Luis y Ricardo solo escuchaba con la angustia reflejada en su rostro.
¡Era su hija la que esperaba el milagro!
Se despidieron y
salieron casi corriendo, llegaron a la gran sala y volvieron a convertirse en
pescadores.
Ya la mañana, había llegado.
Debían tener mucho más
cuidado, ya que los militares eran los dueños de ellas.
Ricardo llevaba la
vacuna, en su pecho, camuflada como un vendaje que cubría una herida. Su
corazón latía y sus ojos, estaban nublados por las lágrimas. De él dependía la
vida o la muerte de su hija.
Salieron y comenzaron con el pregón
"pescado fresco, pescado fresco"
Así llegaron la playa y
se internaron en los manglares.
Allí el Capitán los esperaba. Cogieron sus ropas,
brincaron a la pequeña embarcación y arrancaron.
Era un barco pesquero y
nada más.
Pero ya faltaba poco
tiempo y mucho que recorrer.
Ya en alta mar, el
barco volaba y nadie hablaba.
Pero la esperanza se comenzó a vislumbrar, la costa del continente
apareció a la vista.
Eva
Sábado 25 de
noviembre de 2017
Derechos de
autor reservado. R de C.